Cuando ya no hay pasión…
La pasión, una sensación abrumadora que recorre nuestro ser, lo envuelve, lo atrapa, lo arrastra y finalmente lo consume en una de los actos más ricos y enloquecedores de la naturaleza humana moderna, el deseo, el sexo y el amor.
La pasión se pierde en relaciones de mediana a larga duración. Es un secreto a gritos. Es fuente de comentarios a escondidas. Es origen de chistes y anécdotas, así como de explicaciones a conductas inexcusables. Es simplemente parte de la vida en pareja, después de un tiempo en la misma cama y bajo el mismo techo.
Que bueno fuera que se pudiese hablar sin vergüenzas o reproches al respecto. Con quienes mejor que con otras amigas, en pareja o solteras, compartir un hecho que se vive en casi toda relación, en algún momento de la misma.
Pero es un evento que se enfrenta a solas, conduciendo en algunos casos a rupturas y dolorosas separaciones. Mujeres, hombres, el sexo para esto, no importa.
Mi opinión a este respecto es puramente mía y de nadie más. La pasión es transitoria, pero afortunadamente recurrente. Va y viene y el arte está en coincidir cuando se dan los elementos que favorecen una satisfactoria y ardiente conclusión. Pero es que con el tiempo, ya no somos las jovencitas que éramos, no vemos la vida igual, no nos emocionamos por lo que antes nos hacía delirar, somos más difíciles de complacer, vemos más defectos que virtudes, el amor ya no es ciego.
Nuestros cuerpos cambian, nuestros gustos cambian, y a veces nos falta la versatilidad de modificar lo que ya no encaja, lo que ya no viste igual. Es más complicado mejorar una técnica sexual que esperar a que se nos pase la gana. Es más fácil abstenerse que arriesgarse y mejorar. No es falta de amor, es falta de ánimo, falta de autoestima, falta de interés, falta de energía.
Cómo diablos voy a dedicarle tiempo, energía y emoción a cómo penetrar a mi pareja y que no le lastime porque últimamente es más sensible su vagina. O cómo voy a desgastarme en imaginarme escenarios más eróticos cuando no dura más de unos minutos y ya. Por qué me voy a sacrificar en mi dieta si ni me voltea a ver. Por favor, le conclusión es que no vale la pena. Pero no es totalmente así, si nos tomamos unos minutos para ser sinceras, brutalmente sinceras y vemos del otro lado de la moneda, nos podríamos sorprender mucho.
Es que acaso es lógico o sano pensar que como ya se tiene pareja, ya hay estabilidad, entonces no necesitamos seguir en plan de cazadoras, utilizando artimañas de cortejo, erotismo y sensualidad para hacerle caer inexorablemente en nuestra red. Al inicio entonces, todas somos unas totales hipócritas, vistiendo, oliendo, comiendo y hablando bien. Sabemos porque no somos tontas, que todo entra por los ojos y somos capaces de los más grandes sacrificios por atraer a la mujer que nos interesa. Hacemos ejercicio, usamos caros perfumes, nuestras ropas combinan y nos sientan bien. Hablamos hasta por lo codos de hazañas, aventuras, sueños, planes, proezas que al rato de estar juntas, ya nadie recuerda. Es el arte del apareamiento, no con fines reproductivos, sino con fines más altruistas como compañía, sexo seguro, y algunas otras cosillas más.
Sólo imaginar que si me aburro conmigo misma, qué diantres podrá hacer la otra por sacarme de ese hoyo de total y abrumadora pasividad. Nuestra pareja entonces pasa a ser nuestro motor, cosa inútil por demás, pues sin el propio, nada, nada se a va a mover o mejorar.
Mi opinión, repito, se basa en varias vivencias, con varias parejas, en diferentes etapas y circunstancias de mi vida, cada una especial, diferente y asombrosamente similar. La naturaleza humana prevalece a pesar de todo y todos. La supervivencia, no digo material, sino sentimental y emocional.
La pasión no es de diario, ni de regalado. No es espontánea, ni refleja. La pasión cuando se busca, se lucha y si bien nos va, se encuentra. La pasión es un regalo de los dioses, a las almas intensas, robustas, libres y sanas. No cabe el miedo, no cabe la indecisión, tampoco el resentimiento o la mediocridad.
La pasión es consecuencia de varios factores, a veces no identificados, pero se sienten.
La pasión así como hoy nace, mañana muere, pero cual fénix, vuelve a volar desde las cenizas, cuando la renovación es íntegra y la disposición férrea.
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