miércoles, 19 de mayo de 2010

Compartir para aprender con amigas.


Ayer estuve platicando con una amiga muy querida, sobre su vida de pareja. Es delicado cuando se toma este tema y una empieza a ser parte de una dinámica ajena y sobre la cual se espera que una pueda opinar o al menos dar un consejo u observación.

Primero que todo, agradezco la confianza, una no le cuenta a cualquiera nada si no hay confianza y un cierto grado de cercanía, y claro…están las pláticas con extraños totales que por lo mismo y la posibilidad de nunca más volverles a ver, que una a veces se destapa.


Pero volviendo al punto de inicio, esta amiga mía, en realidad la pareja son mis amigas, pues llevan ya varios años juntas. Como muchas parejas lesbianas, se dejaron llevar por la emoción y antes de conocerse un poco mejor, se pusieron a vivir juntas al mes. Ahora esta amiga ha notado cierto aburrimiento, falta de iniciativa, casi no platican y casi no tienen sexo.


El poder compartir las penas es tan importante como compartir las alegrías. Es curioso, pero a veces pasa que necesitamos de un oyente que nos permita expresarnos y a la vez que nosotras estemos abiertas a las observaciones sin tomárnoslo personal y cerrarnos o sentirnos agredidas, al final, si no queremos opiniones empecemos entonces por no pedirlas.
Esa interacción se aplica desde la propia pareja hasta la amiga, el amigo, el familiar y por qué no, hasta de poco conocido.


Con mi pareja nos terapeamos a cada rato, no hay rincón o esquina que no hayamos explorado, deshuesado y desarmado para después compartir nuestras impresiones. No me puedo imaginar vivir al lado de alguien a quien no le pueda confiar mi sentir, mi pensar, mis necesidades de cuerpo y mente, por vanas, básicas, simples o tremendamente complicadas que sean.
Es gratificante que la pareja nos pueda decir sin miramientos lo malo y bueno, pero sin que sea el fin del mundo. No hay tales de que me ofendiste con esa palabra o lo peor, con lo que podría significar una frase o simple palabra. No hay tales de que me afecta y me inhibe esa mirada o ese gesto o ese tono, porque nos conocemos y sabemos que para expresarnos hay que sentirse libre y las cosas fluyen con más beneficio para ambas.
De todas las tonteras que hemos vivido juntas desde que nos conocimos, hay algunas meras serias, pero es una fortuna madurar una al lado de la otra. No hay resentimientos, nos enfocamos en las soluciones y no en los problemas, en los resultados y no en los procesos. Con bastante confianza puedo catalogarnos como una pareja que ha invertido tiempo y esfuerzo y buena voluntad en crear un ambiente agradable y que difícilmente nos aburre. Nos peleamos con ganas así como nos amamos con ganas y nos la gozamos con ganas.


Creo humildemente en este caso, que el período de enamoramiento pudo haber sido algo corto, o sea, pasar de gustarse y ser algo nuevo y entretenido, se fueron de cabeza a compartir todo y todo el tiempo sin tregua. Lo cual después de una soltería, puede no ser lo más prudente.
Una al principio se encandila con lo que ve, oye y toca, a partir de eso empezamos a construir todo un palacio en nuestra imaginación con expectativas tan altas e inverosímiles que cuando me acuerdo, me estremezco.

Otro detalle que me cuenta esta amiga es que lo que no se dijo o hizo al inicio, ahora no aplica. O lo que se hizo y dijo al inicio es obligado que se mantenga así. El típico: “así me conociste y así soy”. Suena algo feo, pero a mí me pasó ya más de una vez.
Es común en la vida de pareja de lesbianas, el valorar la relación en base al tiempo que llevan juntas y no tanto por otras cosas, como la calidad, la intensidad, la variedad, la novedad.

Lo que cuenta es demostrar que también se puede tener una relación de larga duración y eso nos da a todas un cierto status, nos depara respeto y admiración del resto. Aunque por dentro nos muramos de la envidia de aquellas que vuelan como picaflor de aventura en aventura, de pasión a pasión, sin asentarse.
El temor a la soledad y a el volver a empezar, los compromisos contraídos, el evitar el conflicto y la confrontación, el rendirse, todo esto es un proceso que según lo que he leído y he vivido en varias relaciones previas, pasa a formar parte de una forma de vida en pareja.

Me preguntaba esta amiga por qué teníamos esa mentalidad de masoquistas frustradas, que si era por ser lesbianas o por ser babosas. No pude dejar de reírme un buen rato, pero la pregunta es valedera.

Nos mantenemos en una relación a mi parecer por 4 razones: 1. porque el sexo es fenomenal aunque todo lo demás sea una pesadilla, 2. porque la compañía y estabilidad compensa lo que falta en la cama, 3. porque no se ha aparecido otra persona que cambie la balanza o mueva el tapete y 4. porque nos amamos y llevamos una vida con sus altibajos normales.
Y en algunos casos, una combinación de las anteriores que se da por temporadas o épocas.


En una relación homosexual, muchas veces no hay hijos involucrados, lo cual nos da la oportunidad de tener un estilo de vida más holgado, tenemos menos responsabilidades y más tiempo disponible. Nos cansamos menos sin tener que criar a otras personitas y somos si bien nos va, más hedonistas, más obsesivos y exigentes.
Podemos dedicarnos a pasatiempos de todo tipo, desde parrandear cada fin de semana, armar avioncitos, ver y coleccionar películas, pintar, tocar un instrumento, fotografía, mascotas, ver chicas, hacer ejercicio o subir volcanes. Como parejas lesbianas, tenemos más tiempo libre, más libertades, no deberíamos de encerrarnos en la rutina de una vida sin condimento y que con el tiempo nos deja los sentidos adormilados.

No tenemos las excusas del post parto para que nos cuelgue todo o no apriete todo. Podemos ser vanas y bellas sin las manchas en la cara o las estrías en caderas. Nos podemos dar el lujo de modificar nuestros cuerpos a nuestro gusto y antojo con la única razón de atraer y ser atraídas y con la grandísima ventaja que la mayoría de lesbianas son nada exigentes en lo físico.


Me preguntaba esta amiga qué pienso de la ayuda o terapia para parejas lesbianas. Pienso que cada quien es un mundo y con tal de mejorar o desearlo, el buscar asesoría puede intentarse.
Me recuerdo de cuando fui con una psicóloga lesbiana, porque en aquel entonces tenía problemas de intimidad con mi pareja. La verdad, sospechaba y confirmé sin lugar a dudas su incapacidad profesional, pero que mujer más guapa. Varios años más joven, y con unos clavos con su pareja que los míos sonaban a cánticos gregorianos. Desde abuso de drogas hasta somatadas a puñetazo limpio. Pero qué guapa era. Me veo hace tanto tiempo y comprendo lo que una es capaz de hacer por compañía, tener alguien sin criterio que me escuchara y poder ver belleza física tan cerca y…pagar por ello una cantidad que definitivamente superaba astronómicamente lo mediocre y trastrabillado que ella pudo hacer por mi situación.

¿Quién soy para dar una opinión? Una tonta que ha metido la pata en muchas ocasiones y ahora se ríe de ello. Por cierto, ahora es una connotada activista feminista, debí haberlo sospechado.
Esta historia relajó un poco la tensión que vivía mi amiga, todas hemos pasado por ratos colorados y otros tantos descoloridos, con parejas, con amigas, con personas que sienten y viven como cualquier otra. Quedamos de juntarnos de nuevo para platicar, espero que sea pronto.

jueves, 13 de mayo de 2010

Otra opción para el "Lesbian bed death"


Sexo preparado, planificado, no pareciera mi royo, pero cuando se está en una relación monógama de larga duración, pues es más la generalidad que la excepción. Es una oportunidad de re conección, el poder hacer lo que dicta el amor hacia nuestra pareja.

La actitud, en este ámbito es fundamental. Permite mejorarnos en lo que hacemos y en cómo lo hacemos, en la cama y en la vida diaria.


Llevar años juntas, no necesariamente es sinónimo de una buena relación. Entre esas paredes y ventanas, bajo ese mismo techo, sobre esa misma cama, puede haber desde una guerra atómica hasta la más sublime indiferencia.

Muchas parejas viven como autómatas sin sentir más allá de hambre, sueño, simple enojo o aburrimiento. Y esto es una etapa bastante común en las relaciones sin importar la combinación de sexos. Es una característica más de vivir en pareja y acostumbrarse a la rutina diaria, reaccionar al estrés, cumplir con las obligaciones domésticas y económicas y lidiar con los achaques que quiera que no, vienen con la edad.


Llevábamos unos 5 meses viviendo juntas. Un viernes por la noche, mi pareja estaba de viaje por trabajo y yo asistí a una cena con colegas y alumnos, cosa poco frecuente en mí. Acababa de llegar cuando mi pareja me llamó, muy emocionada que ya estaba en casa. Yo me alegré, le dije que la amaba y que ya iba a cenar. Terminé y me retiré como 2 horas después. Nunca imaginé las repercusiones de haberme quedado a cenar. Al entrar y subir las escaleras noté las candelas al pie de cada peldaño, ya consumidas, como un camino silencioso de lo que no fue por mi demora. En efecto, no hubo sexo, no hubo romanticismo, nos peleamos feo y todo por poca comunicación y muchas expectativas.


Llevábamos ya el año juntas cuando en medio de la pura acción, me quejé porque me dolió. Es de esas posiciones meras raras donde a veces la emoción nos hace movernos de improviso y un dedo quedó doblado y la uña no tan corta pasó rosando una pared vaginal exquisitamente sensible. Pasa, y pasará. Pero considero que no fui muy considerada al expresarme y ofendí a mi pareja, quien únicamente deseaba complacerme y amarme intensamente.


Llevábamos ya poco más del año juntas y en una de esas veces donde no podemos aguantarnos a llegar a la puerta para tocarnos y besarnos y todo lo demás, calenturientas totales, mi pareja como ya había procedido en ocasiones anteriores, me penetró sin preámbulos. Yo estúpidamente me quejé de su falta de cuidado y delicadeza, e hice otro comentario que la verdad opto por omitir porque me mata de la vergüenza por lo idiota que fue, y la volví a ofender.


Hablo aquí de mis errores y mis acciones equivocadas porque las consecuencias llegaron a afectar nuestra relación de formas que no habríamos imaginado.


Por lo de la cena, desapareció el romanticismo y se evitó lo planificado.

Por el malestar, vino la inseguridad y falta de espontaneidad.

Por la vehemencia vino la pasividad y falta de iniciativa.


Sin poder planear un encuentro amoroso sexual a nuestro gusto, evitando la espontaneidad por temor al rechazo y esperando con aparente indiferencia y falta de interés a que se de el momento de intimidad sin atreverse a iniciarlo. Nuestra vida sexual se vio lastimosamente mermada, aunado a sentimientos de culpa, vulnerabilidad, insatisfacción y una agresividad pasiva acumulándose poco a poco por la falta de intimidad.


Entonces, luego de unas “pláticas” que más eran batallas campales que otra cosa, me imagino que a las dos nos entró por pura lógica, la necesidad de resolver este impase, lo más pronto y definitivamente posible. ¿Por qué? Pues porque definitivamente nos amamos, queremos vivir muchos años más juntas, tenemos planes e inversiones juntas que nos han costado muchos esfuerzos y sacrificios. Y nos encanta el sexo por no ponerlo de primero para que no sonara tan interesada la cosa.


Al fin de tantas, porque la necedad y terquedad…y calentura de ambas pudo más que la frustración y desencanto, nos logramos sintonizar y platicamos largo y tendido por muchas noches, tardes y mañanas. Hasta ahora conservamos ese momento de nosotras para nosotras tan especial, donde bebemos de nuestras palabras, nuestros gestos, que encierran tantas cosas nuevas, únicas, privadas y especiales para cada una. Nos seguimos conociendo y somos menos sentidas, menos susceptibles y nos esforzamos por comprender el punto de vista de la otra.


Ahora hay sexo planificado, que resulta más intenso y sorpresivo que nunca. A través de nuestras pláticas, sabemos que a mi no me gusta dirigir en la cama, me gusta que me dirijan. Mi pareja es la dominadora y eso le permite también liberar un poco el carácter tan fuerte y enérgico que tiene. No hay tabúes, la imaginación se ha despertado y ampliado nuestros campos de placer. La erótica y por qué no, la porno, leída o vista, ha sido un estímulo positivo y retador. Nos contamos nuestras fantasías sexuales sin que ninguna se sienta agredida o insegura. Hasta hemos pensado en la posibilidad de tríos y no sólo con mujeres. El S&M y los roles, son un reto más que ansiamos profundizar más. Aunque suene irracional, es excitante.


Ahora cuando tenemos ganas, pero no nos hemos visto o hablado, entra la Maquiavelo. Nos preparamos con un interés egoísta de pasar una tarde y noches haciéndolo en todos lados y todas las posiciones.


Un mensajito SMS o con Post It sugestivo, unas palabras en clave morse”x”. Entonces, y ahora puedo decir que ambas lo hacemos sin decírnoslo, nos bañamos y colocamos el perfume que más le gusta a la otra. Nuestro olor sabemos, puede ser un preludio vital que determina el rumbo del encuentro. Usamos ropa que sabemos le eleva las hormonas a la otra, ya sea mucha o poca. No fumamos unas horitas antes del encuentro porque más que todo a mi, pero ambas, gozamos de sentir nuestro aliento fresco en el cuello, las orejas, la cara, entre nuestras piernas.


Tenemos un código de depilación muy especial y en el baño aprovechamos a ponerlo al día. Nada de comida entre los dientes, nos mata a ambas. Y es que aprendimos que somos muy delicadas con ciertas cosas, no es falta de amor para nada, sólo es gusto por lo agradable y hacer del sexo una experiencia de lo más rica, nada de mata pasiones.


Compartimos también el gusto por cuidarnos, nuestros cuerpos son entre otras cosas, el objeto erótico más poderosos que tenemos la una para la otra. El vernos bien, el buscar la belleza es nuestra decisión. Como nos decimos y reímos al hacerlo: “el amor es ciego, pero el deseo es desgraciadamente MUY VISUAL”.


Nos gusta hacerlo con la luz encendida: qué más alucinante que ver el cuerpo de la pareja desnudo o semidesnudo, erizado, húmedo, todito para nosotras, con las curvas bien puestas y el tono de cada músculo por debajo de una piel que huele a deseo y entrega total. Somos vanas y coquetas, pero funciona requeté bien.


Todo esto nos lo hemos compartido y fue a través de una decisión que ha permitido que esta relación ahora ya de varios años, sea fenomenal. La confianza de decir, de tocar, de pensar, de acertar o errar, de experimentar, de volver a empezar, de paciencia, todo ello envuelto en la madurez, actitud y determinación de una pareja lésbica más, que quiere ser feliz.


Hay afuera un montón de personas que dan terapia de pareja y en mi experiencia, que por falta de saber mejor, fue extensa, resultan ser heterosexuales homofóbico, o insatisfechos a tal grado que nuestra situación es perfecta en comparación. O son lesbianas que en su casa se somatan y halan los pelos como rutina diaria, pero aconsejan a las parejas en problemas. O simplemente son terapeutas que no tienen ni idea de nada, en el mejor de los casos.


No es nada fácil vivir en pareja, pero definitivamente vale la pena. Es maravilloso y nuestra pareja es una joya única, exótica e irremplazable, que hemos de cuidar, pero también aprovechar y amarla hasta que las piernas nos tiemblen, el aire no llegue a nuestros pulmones, los gritos despierten al vecino y las sábanas desordenadas estén húmedas de las dos, dejando ese olor afrodisíaco que sólo nos hace querer más. El sexo es genial, pero con mi pareja, es mucho más y me siento por ello, muy bien.



martes, 11 de mayo de 2010

Es la verdad fea???



Qué tan diferentes somos unas de otros. Cuando se trata de necesidades, sentimientos, pasiones, pecados, desenfrenos, locura y deseo.

No somos diferentes en lo que pensamos y sentimos, somos un poco diferentes en el traje que llevamos puesto, cómo lo usamos y aprovechamos, pero en lo básico, somos muy parecidos…las mujeres lesbianas de los hombres. Pensar y sentir como “un hombre”, no resulta tan complicado. Como que suena re mal.


No me considero una “marimacha”, “diesel dyke” o una “stone butch”. Pero después de ver una película este pasado fin de semana, me puse a meditar y de ahí sale todo esto. Por si la curiosidad, la peli es “The ugly truth”. Es una comedia romántica con mucha tela que cortar. Ya no se trata de si soy lez, gay, hetero o bi, eso es lo de menos. Lo que importa es qué siento, cómo me siento, qué quiero y cómo lo quiero. Pela si caigo bien o mal, si no soy “nice” o “polite”.


Una se compromete a ciertos lineamientos, pero la mente, la imaginación y los instintos, esos no se comprometen con nada y lo único que los mantiene a raya es el amor. Una vez claro donde se está parada, el fin del horizonte no cambia si no se suelta la correa.


Las mujeres y me atrevo a pluralizar, porque cuentos que no hay un chingo afuera, que piensan y sienten más o menos de esta manera, no somos mansas palomas. No somos predecibles ni estables, nos calentamos y cogemos como conejos si podemos.

La línea que separa ser sociable de ser promiscua es a veces casi imperceptible. Podemos lastimar tanto como amar, dar como recibir, ser tan aprovechadas como generosas. Como el dicho: “no decir que de esta agua nunca he de beber”, porque cuando una menos se lo espera, no hay agua suficiente de esa, para saciar una sed tan tremenda.


Afortunadamente, como todo en el planeta y la vida, cambia, cicla, se modifica y se equilibra. No podemos ser recatadas, tranquilas y acomedidas más de lo que amerita, tampoco ninfómanas en celo por más de lo que amerita. Hay días en que todo lo que se mueve en dos patas, con buen trasero, sonrisa provocadora con o sin pechos, se lo quisiera una pasar de un bocado. En un cine, un baño, en el carro, la disco, la terraza, somos animales sin duda. Así como suena asqueroso para algunas, denigrante para otras, excitante, de ensueño y deseable para los otros, inimaginable para otros más…es una “fea verdad”, pero real. Tan real como que ahora escribo esto.


Pero aceptar y reconocer nuestros “bajos instintos”, no nos hace de menos. Sólo y posiblemente más honestas. Ya el sexo anal hace décadas que dejó de ser un tabú o curiosidad para pasar a la lista de lo cotidiano y normal. El verdadero tabú es decir lo que se piensa sin tapujos. Es tabú sentir con desenfreno, desear lo ajeno, controlar la mirada, las palabras, los deseos.


Somos humanos al final, el pene sólo es un órgano cosmético más, que a veces me gusta recibir y a veces me gusta dar. Todo depende del lente con que se vea y también es una realidad.



OK, escribo aquí de muchas cosas, que tal vez y no son del conocimiento público general, pero si de algo sirve, “perro que ladra, no muerde”, porque del otro lado está la posibilidad de simplemente ser una total farsante y vivir sólo para aparentar.


Mi pareja me conoce, sabe que el pasado, es pasado, que tengo ideas algo alrevesadas, que nos comprometimos a la monogamia, que mi imaginación siempre vuela rauda. Platicamos largo y tendido de lo que sentimos, desde lo más bajo a lo más fino. Entendemos que somos tan de carne y hueso como cualquiera y el sexo es un archivo más que estudiar, discutir, entender, armonizar pero que no podemos controlar.
Nuestras fantasías a veces nos asustan tanto como nos excitan. no tenemos que compartir gustos en todo para estar satisfechas. Sabemos que somos peligrosas, incontenibles, y por ello la comunicación nos permite evitar las ambiguedades y malentendidos, sin limitar tanto nuestros instintos.


Total, para eso es un blog, para bloguear, para expresarse sin reservas, compartir y darse el lujo de escribir lo que a muchas les para el pelo, o no se atreven a decir.


Como a los hombres, a nosotras las mujeres inquietas, nos interesa el ahora, más que el antes o el después. Nos gusta igual de rico, pero con un diferente que no nos aburra. Nos gustan bonitas, sexy, con envoltorio que revele lo que imaginamos sin poder ver más allá. Cuando somos unas perras, el empaque vale más que el contenido, para el rato no hay cortesía ni hipocresía, sólo vale el cortejo y la seducción eficaces y sin tanta palabrería.

Nos gusta que nos vean, que nos oigan, que nos teman, que nos supliquen, que nos deseen, que nos admiren, que nos complazcan y que no nos chinguen. Nos gusta rapidito y al llegue, así como con pompa y cortejo. Con los tragos bien puestos o en ayunas para no tener que dejar la cama. Somos y repito, animales, pero eso es simplemente, “la fea verdad”...y que con todo esto me haya salido del guacal.

Acerca de mí

Mi foto
Guatemala
Buscando respuestas, busco opciones, busco opiniones, busco saber y aprender.Simplemente, no cumplo con ninguna regla, espectativa, predicciòn o definiciòn.

CREO...QUE...


"La búsqueda de dios es una ocupación inútil, pues no hay nada que buscar donde nada existe. A los dioses no se les busca, se les crea..." Maximo Gorki

UNA DE TANTAS CONCLUSIONES...

"Cuando practicamos Zen, vemos que el dolor no es malo. Simplemente es dolor. Si nos pasamos la vida huyendo de momentos dolorosos, le cerramos la puerta a muchas cosas que de lo que la vida nos trae, tanto el dolor como la alegría. No podemos llorar cuando estamos tristes, ni podemos reir cuando estamos felices. Cuando evitamos el dolor y peleamos para no sentirlo, el dolor se convierte en sufrimiento.
Hay una enorme diferencia entre dolor y sufrimiento. El dolor con frecuencia no puede ser evitado, pero el sufrimiento si. Al aprender las diferencias entre ambos, muchos temores desaparecen."
Brenda Shoshanna.

"Gender, along with race, class, ethnicity, and age, is one of the most profound social status determinants in our society--
Gender is just not what I care about or even really notice in a sexual partner--I judge each person as an individual--I have categories, but gender isn´t one of them. I´m erotically attracted to intelligent people, to people with a kind of sleazy, sexy come-on, to eccentrics."
Jane Litwoman


“Nuestro temor a lo que sea que lo cause, se origina de nuestra ignorancia y se manifiesta a través de nuestras inseguridades. Reaccionamos con fobias, rechazo y ataque, según nosotros para defendernos de los fantasmas de nuestra mente...cuando estos temores son tan sólo engaños y nos volvemos sus indefensos esclavos.”


CABALASISOY

PERSONA SUPER ESPECIALES

Lecturas recomendadas

  • A Concise History of Euthanasia: Life, Death, God and Medicine by Ian Dowbiggin
  • A Forest of Kings by Friedel, Schele
  • A Short History of guatemala by Ralph Lee
  • All Women are Healers by Diane Stein
  • Bi Any other Name edited by L. Hutchins and L. Kaahumanu
  • Blood and Guts by Richard Hollingham
  • Body Work: A V.I. Warshawski Novel by Sara Paretsky
  • Brother Iron, Sister Steel: A Bodybuilder's Book by Dave Draper
  • Chronicle of the Maya Kings and Queens by Martin, Grube
  • Cure by Robin Cook
  • Dying with Confidence by Anyen Rinpoche
  • Fearless by Brenda Shoshanna ,PhD
  • Happiness is an Inside Job
  • History of Medicine by Jacalyn Duffin
  • How to be Sick by Toni Bernhard
  • Human Remains by Helen MacDonald
  • Ice Cold by Tess Gerritsen
  • If the Buddha Dated by Charlotte Kasl
  • If the Buddha Got Stuck by charlotte Kasl Ph. D.
  • In the Land of Invisible Women by Qanta A. Ahmed, MD
  • It`s Easier Than You Think by Sylvia Boorstein
  • Joe Weider's Ultimate Bodybuilding Joe Weider's Ultimate Bodybuilding by Joe Weider, Bill Reynolds
  • Kate Daniels Series by Ilona Andrews
  • Lesbian Couples by Merilee Clunis, PhD; Dorsey Green, PhD.
  • Medical Firsts by Robert E. Adler
  • Medicine Women by Elisabeth Brooke
  • Medicine Women, Curanderas and Women Doctors by Perrone, et al.
  • Mercy Thompson, Series by Patricia Briggs
  • One year to a Life of Writing by Susan M: Tiberghien
  • Pay Attention by Sylvia Boorstein
  • Pioneer Doctor by Mari Grana
  • Practicing Peace in Times of War by Pema Chodron
  • Sastun by Rosita Arvigo, et al.
  • Stiff by Mary Roach
  • That`s Funny by Sylvia Boorstein
  • The Code of Kings by Linda Schele, et al
  • The Disappearing Spoon by Sam Kean
  • The Excellent Dr. Blackwell by Julia Boyd
  • The Girl Who Played with Fire by Stieg Larsson
  • The Girl with the Dragon Tattoo by Stieg Larsson
  • The Gost Map by Steven Johnson
  • The Knive Man by Wendy Moore
  • The Middle Ages by Morris Bishop
  • The Mists of Avalon by Marion Zimmer B.
  • The Plague Tales by Ann Benson
  • The Scalpel and the Silver Bear by Alvord, Cohen
  • The Woman in the Shaman`s Body by B. Tedlock
  • Virals by Kathy Reichs
  • Western Medicine by Irvine Loundon
  • Witches, Midwives and Nurses by Ehrenreich and English
  • Woman as Healer by Jeanne Achtberg
  • Woman Who Glows in the Dark by Elena Avila, et al.
  • Women Healers by Elisabeth Brooke
  • Women Physicians and the Culture of Medicine by More et al
  • Writing Down the Bones by Natalie Goldberg
  • Zen Miracles by Brenda Shoshanna Ph. D.