HOY QUISIERA ...DESPERTAR

Tanta gente, ¿y para qué?

Hoy me vuelco sobre algo que me llene, que me entretenga, que me interese. Ya basta de posponer un tiempo prestado y hasta casi ya agotado.

Debo despertar y desempolvar esa pasión, ya hace algún tiempo dormida, de regalarme un qué hacer que me alimente cuerpo y alma, noche y dìa.

Algo que no sea mi profesión, algo que no sea mi trabajo, algo que no sea remunerado para ser realizado. Algo que al contrario, me llene en esos espacios y lugares vacíos y abandonados por un corre corre irracional y al final de cuentas solitario.

No puedo pedir que me sigan, tampoco que me apoyen, sólo que aquellos que quieran, compartan conmigo estas mis pasiones y si fuera más allá de lo que se le puede exigir a la vida, que me compartan las de ellos.

Quiero interactuar con gente de carne y hueso, de verdad, aparte de la ciber espacial. Las distancias, el tiempo, las prisas, los problemas, el cansancio, impide una interacción personal. Lo que se ha perdido a cambio de la tecnología y modernismo, es para reflexionar.

Se reúnen los grupos, las personas para comer y ver TV. Si se platica, es lo justo y sin profundizar. Me entra entonces la duda de cómo se puede decir o pensar que se conoce a alguien, si no hablas de aquello importante para los que sean. Si no sabes que piensa, qué cree, qué le gusta, que no le gusta y por qué. Cuál es su historia, larga o corta, sus experiencias tristes y alegres, sus amores y desengaños, sus penas y sus pasiones.

¿Será entonces real que conocemos a los que creemos conocer?

No puedo esperar más a que alguien se interese por mis intereses. Es una espera fútil y desgastante, porque está a años luz de mi realidad.

Hacer lo que me gusta, y si en el camino alguien se me arrima, poder compartir y lo nuevo bueno, aprovechar.

El mundo y su gente giran en sus propias órbitas en total aislamiento de los demás. Protegiendo su territorio como guerreros armados hasta los dientes, protegiendo sus sentimientos, sus pensamientos y sus defectos. Es una lástima, pero así es. Vida corrida y sin freno para que a la vuelta encontremos un rotulito chiquito que diga: “Esto señoras y señores, se terminó”.