MATRIMONIO HOMOSEXUAL, ¿POR QUE NO?

El matrimonio o unión entre dos personas con beneficios legales y económicos, es un derecho innegable para cada pareja sin importar etnia, edad, idioma, sexo o credo. Es una decisión enteramente entre las dos partes involucradas, y por ende privada y no aplicable a juicios externos, religiosos o políticos.

El acto del matrimonio no asegura de ninguna forma que la pareja mantendrá una relación eterna, una felicidad absoluta y una seguridad inquebrantable. Quien así lo piense, puede desilusionarse antes de que pueda terminar la luna de miel e igualmente, es su forma de percibir su situación en relación a la otra persona.

Así como el matrimonio es un acto con fines legales lo es el divorcio, uno depende del otro y viceversa. Nada es eterno, ni siquiera la vida misma, por lo que los cambios y los inicios y los finales son componentes naturales y hasta a veces necesarios en la vida de cada individuo.
El matrimonio legal es el que me interesa, ya que no dependo de ninguna autorización ni valoración de tipo espiritual para hacer lo que quiero y deseo con respecto a mis sentimientos y a mi relación.

Por lo mismo, ninguna unión religiosa asegurará el bienestar económico de mi pareja, pero si la ley lo ampara, puedo contar con derechos que se pueden exigir, pelear y obtener.

Hay personas que no creen en el matrimonio, pero confunden los objetivos del mismo, ya que no se trata de mantener la relación, sino de asegurar el techo, comida y salud de la persona que se ama y que necesitará de todo eso una vez falte la compañera. Así mismo de los derechos de decisiones en vida, que atañen a la pareja y únicamente a ella.

Honestamente me importa un bledo si es un rito o costumbre patriarcal, que simula la unión de heteros y por ende de la opresión de la mujer, bla, bla, bla, bla.
La taza de divorcios en parejas heterosexuales es mayor al 50%, no espero que la homosexual sea mejor, pero eso ya depende de cada pareja y circunstancia.

La mayoría de psicópatas y asesinos en serie proviene de “hogares” heterosexuales disfuncionales y cuyos progenitores tuvieron el derecho al matrimonio, si se pasearon en sus hijos y parejas, allá cada quien con sus errores y responsabilidades, pero no por ello es prohibido que una pareja heterosexual opte al matrimonio.
El problema de base, considero, es la existencia de tanto dios y tanta ley inventada que discrimina y disgrega, dando resultados más que obviamente equivocados y dañinos. Sus “principios o preceptos” NO funcionan, pero igual se empecinan en seguir ignorantes.


Si este señor tan famoso y buena onda estuviera vivo hoy, me lo imagino así y no tendría ningún problema con el matrimonio homosexual, sabía demasiado, amaba demasiado.

Esta semana y tras muchos litigios y esfuerzos y trabajo por parte de abogados y activistas por la aceptación del matrimonio homosexual, fue aprobado finalmente por la suprema corte del estado de California en los EEUU.
Fue una lucha en conjunto por la comunidad homosexual masculina y femenina, se unieron, se apoyaron, y lo lograron.

Los grandes logros y éxitos de una comunidad, en este caso la homosexual, no se logran por llamaradas de tuza aisladas por grupos egoístas y parlanchines. De ahí que en Guatemala no logremos salir del hoyo como homosexuales, todos juntos para forjar un futuro más favorable, optimista y enriquecedor en todo sentido.

Pero nunca falta el pelo en la sopa, y así también hay grupitos que a nivel internacional se han autodenominado líderes y representantes específicamente de la comunidad lésbica, con credos feministas que no aportan ni enaltecen a lesbianas como yo, mi esposa, y los miles que habemos por doquier.

Que se oponen en sus doctrinas a derechos como el matrimonio legislado, entro otros.
Llaman la atención dando ideas equivocadas y hasta limitantes y dañinas de una población lésbica tan diversa como la misma humanidad.
Pero los éxitos de otros países afortunadamente nos benefician, tarde o temprano, la idea pública y la percepción de estos derechos tan nuestros como de cualquiera, van inevitablemente a la globalización, como pasa con todo lo demás.

Para ello, creo que no deberíamos denigrar ni humillar a nuestra Constitución, nuestras leyes, ni justicia. Aún son muy tiernas, no logran pararse y caminar con certeza y seguridad, pero es nuestro deber ser lesbianas correctas y cumplirlas, no buscar excusas para romperlas.
Todo lo que cuenta y vale a la larga es parte de un proceso. Un proceso de madurez emocional, física, cívica, familiar, personal.

Estamos a mediados del 2008 y apenas se logra una resolución de este beneficio en el estado más homosexual de una potencia mundial, otros países lo han logrado ya y no veo por qué Guatemala no pueda alcanzarlo también.


Posiblemente ya no viva para verlo, pero no importa, pues el beneficio de otras tantas jóvenes lesbianas será el mío y le dará más sentido y valor a mi lucha. No activista ni apantalladora, sino que mi lucha diaria dando lo mejor en el trabajo, pagando mis impuestos, respetando las leyes, respetando a mi pareja y a los demás, ayudando al prójimo, tolerando a los que piensen diferente y estudiando y aprendiendo para aportar más y mejor a esta mi locuaz sociedad chapina.
No sólo la fe mueve montañas, también lo logra la honestidad, el ejemplo, el buen trabajo, la educación y la buena voluntad.






Para detalles de este gran triunfo: http://www.marriageequality.org/
y creo hay opción de leerlo en español.