Cómo cuesta caminar cuando el corazón y el alma están de luto, cuando nuestro interior se llena de soledad y dolor.
Cómo cuesta hacer las cosas más simples, sin sentir que se sube una montaña sin descanso.
Cómo cuesta recordar que alguna vez sonreímos y pensamos que la vida era una oportunidad para lograr felicidad.
Cómo cuesta no llorar, cuando no hay día sin temor, incertidumbre y muerte por doquier.
Cómo cuesta encontrarle sentido a la vida, cuando ésta no vale nada y se pierde por una nada, sin más.
Cómo cuesta ver a lo lejos, cuando el horizonte está oculto por nubes negras y profunda oscuridad.
Pues porque cuesta tanto, tantísimo, tanto…es que no hay que desesperar.
Porque cuesta tanto es que tengo que luchar sin vacilar.
Porque cuesta tanto es que me debo a mi gente, a mi país y a una dolorida sociedad.
Porque cuesta tanto es que mi ejemplo puede ser la balsa salvavidas que muchos no creen poder encontrar.
Porque cuesta tanto es que mi compromiso conmigo misma es más sólido y más importante, de mí depende no caer antes de ser la próxima víctima.
Porque cuesta tanto es que hay que sacar coraje de donde se pueda, como y cuanto se pueda.
Porque cuesta tanto es que vale la pena mantener principios y todo aquello grande y bueno que de niña me dieron de mamar.
Esta violencia descomunal que como plaga imparable arrasa con vidas en mi Guatemala, me afecta y lastima como a cualquiera que aquí vive. Desde el Pacífico al Atlántico, desde los 4 puntos cardinales, desde la orilla de la playa hasta los volcanes más altos, nada se salva, todo llora por cada vida desperdiciada.
Se ve un futuro en escala de grises tirando a negro. Como cualquier sociedad ingenua, ignorante y joven, estamos pasando por una de nuestras peores épocas. Como que no se sabe qué hacer, porque nada se sabe o no se quiere hacer bien.
Cuanto faltará para tocar fondo y lograr vislumbrar una chispa de esperanza, de reaccionar y accionar y volvernos a levantar. No lo se. Nadie lo sabe.
Nos levantamos por la mañana, si somos afortunados tenemos un trabajo, si somos dichosos, tenemos un buen trabajo.
Si son unos malditos y estúpidos monos amaestrados, trabajan de políticos o diputados. Y entonces obviamente les vale madre que diablos le pase a la población mortal que se las ve a palos. Por pendejos, por dejados, por comodones, por iletrados, nada de lo que pasa podemos decir que no lo buscamos. Esas elecciones equivocadas, ahora más que antes, nos cobran intereses con sangre. No hay llanto que disminuya los errores hace ya 4 años provocados.
No es ya un chiste, ni una locura, desvelarnos y preocuparnos seriamente por las elecciones que se acercan como buitre a un cuerpo en agonía abandonado. Si esta vez nos dejamos devorar, para luego no ser más que desperdicio humano, no hay excusa que valga, por muy mal que la estemos pasando.
Ya nada de regalado, ya no más baboseadas de políticos desalmados. Aunque votemos nulo, votemos. Y no olvidemos que gana al que la mayoría quiere…y si la mayoría metió de tal manera hace 4 años las dos patas, es porque no les importa ni mierda Guatemala. Y para eso, urge educarnos, informarnos, prepararnos y crecer, como personas, como ciudadanos.
Porque el bienestar de todos, es consecuencia del individual. Por cada guatemalteco arreado a gusto y antojo de cualquier candidato, habemos un montón que tendremos que mantener a una partida de malnacidos, rateros, descarados, prepotentes, despojos humanos, mejor conocidos como “candidatos”. Si existen las excepciones, pues o se buscan o se hacen, pero hay que hacer algo.
Me emputa la corrupción que predomina en este país, es el precio del poder, de la avaricia y de la ignorancia de pueblos acostumbrados a vivir de regalado, que al cobrarse, se pagan con los sueldos de generaciones que todavía ni han nacido. Qué país tan lindo y cómo la mayoría de sus habitantes les vale, hacerlo pedazos. En balde se vivió una conquista tan macabra y malvada, una guerra interna tan inútil como falsa, y ahora una sociedad que se ahoga en la ilógica y destructiva anarquía.
Cómo sobrevivir…haciéndole ganas, pensando y sintiendo algo mejor de lo que ya es, sacando fuerza de flaquezas y haciendo lo que nos toca, de la mejor manera sin esperar retribución.
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