
Compartiendo en casa. OK, pasa cuando las dos estamos en casa. Tenemos tiempo libre, no hay compromisos separados, tenemos unos centavos en la bolsa y estamos en disposición de dejar el estrés del trabajo a un lado. En casa, las dos, con el tiempo a nuestro favor.
Pues varía esa sincronìa dentro de una misma relación, no digamos en diferentes relaciones. Así que en nuestro caso, es como es: especial.
No somos mucho de planificar, pero cuando una de las dos tiene una idea, la comparte tipo flashazo, la pulimos, le damos un par de vueltas y ya lista para cada uno de nuestros gustos, la ponemos en marcha. Sea un partidito de póker, una discusión de un libro controversial, artículo de prensa o revista que ofrezca material para la polémica y entretenimiento, arreglar el mundo o pensar en cambiar la decoraciòn.
Puede ser una salida a caminar, aunque a veces mi pierna derecha no está en las mejores condiciones, pues vamos lentamente y aprovechamos para platicar y pasarla bien. Si está nublado o soleado, si es de mañana o tarde, si es una subida o bajada, nos la arreglamos. Nos gusta hacer ejercicio, cada quien en lo suyo, pero la actividad física nos mantiene de buen humor y más energéticas.
Rara vez salimos sin la otra. Cuando nos aburrimos, nos tratamos de animar haciendo cosas que alegren a la otra. ¿De eso se trata o no? De hacer cosas en pareja, cuando hay tiempo y se puede, porque si no, como que ¿para qué tener “pareja”? También respetamos y cuidamos de nuestro tiempo a solas, personal y privado, que ambas nos damos, valoramos y auto exhortamos.
Creo que sin decirlo con la frecuencia que otras lo hacen, las dos esperamos y nos ilusionamos con los feriados y días de descanso, porque al fin tenemos la compañía que más nos gusta, la convivencia que nos nutre y vitaliza, nuestra pareja. Ni a nuestras familias vemos y buscamos como nuestra compañía de la una con la otra.
Platicábamos hace unos días lo triste que sería no poder compartir nuestros deseos, expectativas, sueños, o simples ganas de hacer esto o aquello, con la naturalidad, espontaneidad y confianza que afortunadamente tenemos. Como ejemplo, si quiero comer pasta porque me dio un antojo, ponernos algo apropiado y salir a nuestro lugar preferido. Ahhh, porque tenemos nuestros lugares preferidos. Parta pasta, para carne, para helado, para vino, para oír música, para ver gente, para ver el atardecer, para ver llover, para sentarnos a pensar y para platicar. Platicamos de cosas serias y delicadas, de tonteras y locuras, de romance y otras intimidades. Para cada tema tenemos nuestro lugar especial. Así cada momento juntas se vuelve preciado, precioso e inolvidable.
Los feriados como hoy, precisamente, que está nublado, que llueve a ratos, que dan ganas de no hacer nada pero tampoco de quedarse sin hacer nada, vimos un programa súper controversial que nos dejó analizando y platicando por un buen rato. Luego nos dio hambre y pensamos en carne, tras de las respectivas negociaciones del lugar y otros detalles, hemos levantado vuelo juntas. Aunque no tengamos la misma cantidad de hambre o de ganas, si vamos juntas, sabemos que la pasaremos bien y eso es lo que ambas deseamos, de experimentar esos pequeños inmensos placeres de la vida: pasar un buen rato, en exclusiva, con la mujer que es nuestra pareja, nuestra amiga, nuestra amante, nuestra confidente, nuestro apoyo y nuestra inspiración.
Si se decide compartir la vida con una persona en especial, debemos esforzarnos por dar lo mejor, no por obligación, sino por amor. No es fácil a veces, lo cotidiano, la presión del diario trabajo, de la inseguridad, de los gastos, nos hace a veces pesimistas, nerviosas, negativas, hasta sarcásticas e inhibidas. Pero no hay que dejarse aplacar y arruinar el día, el momento presente, por todo lo externo que al fin y al cabo, no depende de nosotras totalmente.
Nos tenemos la una a la otra, nos conocemos, nos gustamos, nos entretenemos, nos molestamos y enojamos, lo cual es sólo uno de tantos ingredientes en la relación diaria de pareja. Tenemos todo un mundo de opciones y posibilidades a nuestro alcance y bajo nuestra voluntad.
Si somos felices o desdichadas, sabiendo y teniendo todo lo que sabemos y tenemos, es pura inmadurez y dejadez. Lo hemos platicado y ambas compartimos nuestra parte de responsabilidad en hacer de nuestra convivencia, lo que soñamos, lo que tanto deseamos, por lo que tanto luchamos y es, ser felices, las dos y pasarla de lo mejor.
Nuestra recomendación es simple: platicar, hablar, expresar nuestro sentir y dejar fluir nuestra personalidad. Ser espontáneas, ser benévolas con nuestros errores y magnánimas con nuestras virtudes y cualidades. Porque después de todo, somos humanas y de meter la pata, todavía nos quedan, esperamos con fervor, muchos años juntas por venir.
Hoy hemos recargado batería física y emocional para darle de nuevo qué hacer a los retos del mañana. Que así sea, juntas, podemos lograr lo que sea.