
Y ahora qué, me pregunto. Ya el tema de si el lesbianismo aquí o acá, me aburre y ya casi no me importa. Y es que no hay nada que hacer o qué decir que nos sea una repetición o una necedad de seguir en el mismo rincón rodeada de sistemas, políticas, creencias y estructuras inamovibles, irracionales y perecederas.
Si soy lesbiana o si me ven como una o si me considero lesbiana, qué más da, me pregunto ahora sin dejarme embaucar en la retahíla de palabras que de ahí no pasan.
Me he alejado voluntariamente del ambiente lésbico nacional y he confirmado que no se puede extrañar lo que no se tuvo jamás y eso es un escenario y vida social lésbica rebosante de vida y actividades. Nunca lo perdí porque nunca lo tuve. Atisbé un efímero sabor adictivo y seductor lejos de mi país, por brevísimos períodos de tiempo que ahora ya sólo forman parte de mis mejores recuedos.
Pero qué aburrido ha resultado con el paso del tiempo ser lesbiana. Mejor ser alpinista o ser metrosexual, o chef certificada, más aventurezco y retador. Lesbiana, y me vuelvo a preguntar…lesbiana, qué significa realmente. No la definición, sino que qué significa para mí, para mi vida, para lo que hago, no hago, sueño, deseo, aspiro, imagino, detesto o evito.
Por años fue como una etiqueta de identificación colorida, interesante y emocionante de mostrar. Podrá ser la edad, o la realidad de esta latitud, o mi percepción o simplemente que la vida pasa y cambia.
Existen ciertos momentos en nuestra ruta donde nos detenemos para descansar o confirmar la dirección correcta o simplemente ver el paisaje. Y de pronto vemos con ojos diferentes, sentimos con sentidos diferentes. Puede ser revelador y encontrar respuestas clave, así como algunas dudas gigantes. Pero sobre todo nos dan la iluminación momentánea de otras opciones, otras posibilidades y que nada es negro o blanco, hay muchas tonalidades..y así de repente, dan ganas de vestirse sin combinar, sólo por el gusto de cambiar.
La palabra y definición de “lesbiana”, hoy por hoy puedo ver que me ha limitado tremendamente. No soy diferente de otras mujeres que optan sin querer queriendo, por un lado, por un bando, por un extremo con tal de pertenecer. Puedo ser liberal o moderna o volada, por estar fuera del closet, pero ¿realmente estoy fuera del “CLOSET”? Si como lesbiana declarada me limito a ser ¿sólo lesbiana? O sea, realmente me define una orientación sexual convencional o qué pasaría si desde hoy simplemente no acepte ser lesbiana, o heterosexual o bisexual, simplemente sea sin ser lo que nos enseñaron a hacer, grupos, legiones, ejércitos, comunidades y decida mejor globalizarme.
Cuando me pregunten quién soy, contestar con mi nombre de pila o que soy un montón de palabras juntas, un montón de células juntas, un montón de genes y herencias juntas. No ser parte de una o dos definiciones, que no me aten y sectoricen. Si no soy nada, bien puedo ser todo. Y si se es todo, no tengo por que ser una y de ajuste tranquilita y políticamente correcta dentro del corral.
No sólo es fregado ser homosexual, es fregado ser heterosexual, bisexual, transexual, en general, es jodido en este mundo y era, y ser sexual. Porque nunca se quedará bien con todos o la mayoría y siempre habrá crítica, juicios y polémica al respecto. Se repite desde el desconocido de la esquina, hasta la mejor amiga, la pareja o la colega.
¿Qué identidad sexual, qué orientación sexual y qué preferencia sexual tengo? ¡Por la gran! Qué montón de babosadas “sexual” y sólo lo complican y confunden todo más. ¿Y qué pasa cuando ninguna de las 3 coincide, o sólo dos?
¿Acaso hay que escoger o decidir sólo porque hay que hacer lo que la mayoría hace o cree que debe hacer? Y de ajuste no le complace ni satisface pero no se sale del trabe y sigue en la necedad de ser lo que no puede ser porque es más de lo que es.
Ya no estoy para dar explicaciones, tampoco para bailar al son que me pongan y menos para quedar bien con todos. Si quieren saber qué soy, qué me pregunten y no esperen nada convencional a cambio, pero si prefieren imaginar o alucinar, su problema.
Qué diablos, a estas alturas del camino, si soy o no lesbiana, si me salgo o dejo de ser lo que debería de ser, es una de las mil quinientas babosadas que simplemente me valen y qué se va a hacer.
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