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En estos momentos y hace ya un par de días, me he estado sintiendo inquieta y algo confundida. Luego de mucha lectura y poco o ningún contacto social, me pican los pies de impaciencia.
El meollo de mi dilema es entender los factores detrás de la posición actual de la mujer promedio en la sociedad occidental.
Es innegable que hay discriminación, pero ¿qué o quién es o son los responsables? No puedo enfocarme en una sola causa y selectivamente enfocar mi atención en los hombres como los principales autores y responsables.
En cada caso de discriminación de un hombre a una mujer, veo a un idiota ignorante haciendo de menos a una idiota ignorante. ¿Cómo separar la causa del efecto? No hay aislamiento, en un sistema donde la interrelación entre todo y todos cada vez es más evidente.
En definitiva, las mujeres no son iguales a los hombres y eso no nos pone en desventaja, a menos que así lo queramos o no tengamos claras nuestras prioridades. Ser diferente no es mejor o peor.
Cómo me puedo explicar en este mi país, donde se dice que la mujer es abusada y víctima de una sociedad machista, que miles de miles de mujeres marchen con tal convicción ideológica y política, para apoyar la candidatura de una persona, ilegal, pero con poder de convocatoria. Que lleven hasta a sus hijos pequeños, que pasen paradas bajo sol y lluvia, demandando su derecho de apoyar sus creencias políticas, pero no tengan el raciocinio de hacer lo mismo para tener educación, planificación familiar, denunciar el abuso físico, los salarios bajos, el alto costo de la vida, la inseguridad, la pésima educación pública, los escasos servicios de salud, y tantas cosas más. Pero ahí si que no, ¿por qué?
Y la otra incógnita, es cómo todavía, sufriendo y padeciendo en carne propia, siguen asistiendo a sus lugares de culto para mantener las ideas machistas y misóginas que inundan a todas las religiones organizadas y demás cultos. Cómo viendo con sus propios ojos, morir a jovencitas por complicaciones de parto o abortos inducidos clandestinamente, no tener un respiro entre embarazo y embarazo, tener sexo sólo para parir y no para gozar, pasarse el día entero con niños enfermos, llorones y mocosos literalmente para por la noche dejarse montar por maridos abusivos y borrachos, o teniendo que ir a servir a casas ajenas porque no pudieron estudiar ya que se embarazaron a temprana edad. Si toda esta miseria humana no hace reflexionar a una mujer, a una madre, a un ser humano femenino, y no le estimula a organizarse y demandar y reclamar sus derechos, no me puedo imaginar qué podría cambiar la situación.
Me indigna ver la injusticia vestida de machismo y discriminación a mí alrededor, pero me deprime y frustra ver la dejadez y apatía de las afectadas. Me siento tan triste y enojada y confundida y perdida por momentos, porque no entiendo la mente humana en estos casos.
La maternidad es un regalo maravilloso para aquella que así lo desee y planifiquen, pero no por accidente o por obligación o por violación. Así también se debería enfocar la paternidad y no reducirse a una simple eyaculación precoz de adolescente o ebrio. Tener hijos debería ser un privilegio y no el desastre que prevalece.
Las personas se preparan tanto, con intensidad, sacrificio, dedicación, disciplina, empeño, fuerza, coraje, amor y muchas otras virtudes para lograr ser un profesional de éxito. Cómo es posible que nada de eso pase en la mayoría de la población mundial tercermundista para el momento de formar una familia.
El ser madre o padre implica responsabilidades, sacrificios, pero eso así es. Es importante entender que no se puede tener todo al mismo tiempo y menos sin esfuerzo personal. La mujer que quiere ser madre, profesional, independiente y exitosa, aparte de feliz, tiene que poner bien claras sus prioridades y desarrollar una estrategia lógica de sus deseos, sueños y planes. Con o sin un hombre a la par. Toda acción tiene sus consecuencias, inevitablemente, así es y siempre va a ser así. Eso es ser mujer. Pero la que decide, debería decidir, tiene que decidir, ya es hora que decida, es la mujer. Tan culpable de su miseria, como lo que le rodea.
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