¿Cómo se debería ver una persona? Pues yo pienso que se debería ver contenta. Lo importante es que la persona esté a gusto consigo misma y así lo demuestre, entonces se verá como es y como se siente: contenta y bien. Pues no se trata de tener complejo de payaso, ni tampoco de negar que haya días malos.
La ley de la atracción es un fenómeno que últimamente ha sido mencionado en varias fuentes, aunque lleva dando vueltas por este planeta hace ya milenios. He leído al respecto en varios lugares, pero lo que le da más valor es que lo he experimentado. Cuando hago la prueba premeditadamente, siempre me sorprende la predictibilidad de los resultados.
Estoy malhumorada, taciturna, callada, negativa, inconforme…etc…etc…etc, y automáticamente las personas se me alejan, como si mi presencia despidiera tóxicos aparta gente. Puede llegar a tanto que no se me acercan ni el perro ni el gato.
Ahora bien, si ando contenta (no digo feliz, porque la felicidad hoy por hoy es casi una utopía, siempre de la nada aparece un pelito en la sopa), sonriente, bromeando, etc…las personas con facilidad se me acercan, me hablan, me comparten. Y eso que ahora todos andamos paranoicos y viendo de reojo si algo o alguien sospechoso anda por ahí.
Me refiero a aquellos con quienes trabajamos, aquellos que están en lugares que frecuentamos y no en pocas ocasiones, con algunos extraños.
Nota: definición enfurruñamiento: enojo, molestia, cara fruncida, nada de sonrisa, seriedad estricta, puede o no asociarse simultáneamente al enputamiento y mal humor.
La fórmula es simple:
Estoy contenta + persona contenta=agradable interacción, la pasamos bien y hasta esperamos repetirlo.
Estoy contenta + persona enfurruñada= me doy la vuelta, la vida es muy corta para que otros te la amarguen así nomás.
Estoy enfurruñada +persona contenta= mi merecido, la espanto y me quedo enfurruñada mente sola.
Estoy enfurruñada +persona enfurruñada= mejor damos la vuelta y nos seguimos haciendo la vida a cuadros cada quien por su lado.
Esta fórmula es chilera porque no contempla excepciones, se aplica a todos: amigos, familiares, compañeros, colegas, parejas y extraños.
Claro está que la decisión de estar contenta o no es propia e intransmisible, y el cambio de actitud en su defecto viene desde nuestro interior. “El enfurruñamiento”, palabra que no sé por qué, pero me gusta como suena, es un estado interior que se manifiesta con absoluta trasparencia en nuestro exterior, o sea, si estamos enfurruñados, aunque queramos disimularlo, se nos trasluce por los poros y la piel.
A nadie más que a nosotros mismos, lamentablemente, engañaremos. Y ese sexto sentido que tenemos los seres vivos no avisa que mejor lejos por las buenas, en cuanto al enfurruñamiento respecta.
Pero es menester ponerle coco y no ser víctima del contagio del enfurruñamiento. Un hábito negativo es más fácil que se trasmita, lastimosamente, que uno positivo. O sea, es más fácil que entre dos personas se mantengan mal humoradas porque una enfurruñada logró vencer sobre la otra, a que la otra logre cambiar el estado anímico de la enfurruñada.
El ambiente lo favorece, sobre todo en este país donde vivo, hay una especie de agresividad pasiva colectiva, disgusto, desconfianza y angustia, incertidumbre y estrés, que calan hasta al alma más pura. Es difícil caminar contra la corriente, pero con tal de no ser arrastrada, aunque sea flotando mantenerse.
Es más probable que nuestros seres amados nos aguanten más el enfurruñamiento, pero de ese amor no se debería abusar, que si se torna un hábito con el tiempo, todos se apartarán.
Y es que volviendo a la ley de la atracción, nos gusta lo bonito, generalmente (a menos que seamos masoquistas enclosetados), y evitamos lo feo o desagradable. Está en nuestro sub consciente como un mecanismo de protección. No es falta de amor, entonces evitar o no ser atraídos por lo que no nos llena ni hace sentir bien, es tan sólo que cada quien sabemos que nos merecemos algo mejor. Una sonrisa, palabras tranquilas, una disposición positiva y actitud de buscar y alcanzar nuestro bienestar, pero nunca a costa de los demás. Más bien, inspirados por aquellos que nos dan ánimo, un buen ejemplo, que nos hacen reír, que nos entretienen con sus charlas y su propio contento.
Atraigamos desde dentro todo aquello que queremos, porque damos la oportunidad, porque queremos mejorar, porque la vida pasa y se acaba y no hay cabida para desperdiciarla en soledad.
Concluyendo, no nos olvidemos de la atracción física, sobre todo en las relaciones íntimas, es inevitablemente fundamental. Atraer a las personas en contexto de interacción social es una cosa y en el contexto de intimidad o sexualmente, otra. Ambas entrelazadas, pero con diferentes estrategias trazadas. La ley de la atracción es simple y empieza por una misma, mi cuidado personal, mi carácter, mi estado emocional, mi capacidad de estar bien conmigo misma para poder estar bien con los demás, el gustarme para tener esa autoestima que indiscutiblemente será un imán poderoso y atraerá lo que tanto quiero y deseo.
Como todo lo valioso en la vida, cuesta, requiere de dedicación, esfuerzo y voluntad. Que la fuerza nos acompañe y nos depare con mayor frecuencia, felicidad.