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Ha pasado tanto y hay tanto que procesar que no se por dónde empezar. Lo más sonado fue el asesinato de Facundo Cabral en este país. No digo mi país, porque hoy por hoy, de mío no tiene casi nada, es de otros, de los que abusan, engañan, roban y matan.
No hay día en que no mueran una o más personas por violencia. En vez de acostumbrarme, me siento peor y peor. Hay hechos que no caben en mi mente, nunca podrán ser parte de mi vida diaria a voluntad, sólo impuestos, como tantas otras cosas que no comparto con el resto de la sociedad.
Es triste que cada vez que me dan ganas de escribir algo, paro enfocándome en lo malo, lo feo y lo peor. Me da una sensación de irrespeto, escribir sobre cosas banales y livianas, cuando hay tanto dolor. Pero al mismo tiempo, es necesario ver el otro lado de la moneda, donde posiblemente y por razones cuestionables, tengo otras experiencias que no son malas, ni feas, ni peores. Sino más bien bonitas, alegres y mejores.
El hecho que puedo morir hoy mismo de una y mil formas, por tan sólo vivir en una época y país violentos, no me quita del todo el deseo de planear, de fantasear, de distraerme en ideas y actividades agradables.
No es entonces falta de consideración, de conciencia ni de respeto, es sólo supervivencia nata.
Quiero escribir con el fin de liberar. Y es que siempre he pensado en lo que otros puedan decir o pensar o hacer sobre lo que escribo. Me he limitado o he disfrazado muchas de mis palabras a tal grado que no dicen al final, nada de lo que yo quería expresar.
Igualmente, escribir es por el puro y simple gusto de expresar lo que pienso y siento en un momento o a lo largo de la vida, sin que por ello me encadene o marque para siempre. Sobre cosas reales y cosas absolutamente imaginarias. Cosas en broma y cosas en serio. Más casi nadie comparte su opinión al respecto, lo cual puede ser bueno o no tan bueno. Pero no importa.
Últimamente, bromeo mucho, porque siento que ya no se acostumbra mucho hablar en serio. Hay una frase interesante que dice: “La verdad duele, pero no por encontrarla, sino por huirle”.
No se puede así nomás ir diciendo o discutiendo sobre temas encontrados, no hay cultura de conversación, no hay disposición a acertar y a equivocarse. Vuelven los “orejas”, las represalias, las venganzas.
Con mis amistades cercanas me llevo muy bien. Casi no hablamos de cosas “serias” y si lo hacemos, es de una vía, pues generalmente la que está en conflicto sin querer queriendo, soy yo. Mí merecido por complicada, en vez de apaciguarme, me inquieto. Como si tuviera chile en el trasero, buscándole 5 patas al gato y construyendo castillos en el aire.
Ver pasar el tiempo como si nada, me causa dolor de panza. Como otra frase que me interesó: “Hay gente que muere a los 25, pero la entierran hasta los 75”.
No sabemos cómo terminaremos. La partida súbita, inesperada hasta cierto punto de Cabral, de cada persona asesinada, me estimula a no querer dejar nada para mañana. Sin embargo, las circunstancias y situaciones individuales pesan a la hora de dejar de hablar y empezar a actuar. A veces me siento atrapada en una tela de araña, siendo cada movimiento errático, inefectivo, desesperado. En estos casos, mejor quedarse quieta y callada.
Es patético pero simpático, cómo de segundo en segundo, la vida se acaba. Y así quiero cuando pueda, como quiera, escribir de todo y de nada en particular, antes de que no quede nada. Nadie que lea y nadie que escriba o viceversa.
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