Ya no creo sentir indignación, se ha convertido en tristeza. No es tampoco apatía, sólo pena.
Hace años, si me amenazaban me hervía la sangre y reaccionaba, verbal y si era necesario, físicamente.
Hace años, si me amenazaban me hervía la sangre y reaccionaba, verbal y si era necesario, físicamente.
Eran tiempos de juventud impetuosa, imprudencia total.
Guerra de egos inseguros lastimados por palabras, gestos o acciones.
Es muy desagradable recordarme subyugada por emociones explosivas y sentimientos de odio y deseos poco auspiciosos para los demás, pero es preciso no olvidar los errores para no cometerlos más.
Hubo un tiempo en el que la paranoia se unió al clan de engaños y me jugó la vuelta por igual.
Me veo tiempo atrás y veo una títere, un juguete maltratado mentalmente por el caos e ignorancia que aún hoy por hoy, rebalsa por doquier.
Pero considero que ya no soy una títere, me he vuelto espectadora y comprometida con la idea que el trabajo bien hecho, la bondad, la caridad y la paz, son las mejores herramientas contra cualquier amenaza, cualquier peligro, cualquier ataque.
Me entristece ver cómo aquellos embriagados por el poder, cuando no son más que empleados al servicio a la población, cometen atroces atropellos contra cualquiera que les provoque zozobra en su mundo imaginario de mentiras y engaños.
Las amenazas son la forma enfermiza de comunicación de moda o de primera elección en política, pareciera ser el complemento ideal de una total cobardía. No hay una conversación madura, honesta, prudente; porque no saben cómo o temen demostrar lo que ya es de conocimiento público, que son unos ignorantes, payasos y corruptos. (Disculpas al gremio de payasos).
Voy a tocar tierra y luego de un poquito de catarsis, quiero traer a colación la situación que está viviendo una mujer, una guatemalteca, una profesional, una docente, una ciudadana, una reportera, una “familiar”, que osó decirle unas poquitas de las múltiples verdades a un tipo que se prostituyó con la política y olvidó lo que es ética, decencia y sentido común.
Yo sé que Marta Yolanda Díaz D. es ya grandecita y puede defenderse de los niños malos. Pero tiene la cualidad de dar la cara y hablar lo que es. Esto en Guatemala equivale a una condena, que desgraciadamente, tristemente, puede ser hasta de muerte. Los niños malos ahora son una partida de mercenarios, muertos de hambre intelectual y espiritual, que se venden al billete más alto y a la lisonja más falsa y estúpida.
Estos niños realmente malvados, se conocen con el nombre de Álvaro Colom y Rafael Espada. Y por supuesto que la pandilla sigue, soba levas y lame traseros ocupan cada dependencia gubernamental y como garrapatas, se hartan de las idioteces, crueldades y robos descarados a costa del pan, el techo, la colcha y la vida de cada guatemalteco.
Puedo decir que en algún momento he podido compartir con los tres principales implicados. Marta Yolanda, pues aparte de seguirle a través de su programa y verla en alguna que otra actividad de la Marro, la aprecio mucho y admiro su trayectoria. Lástima que en 1987, la clase de filosofía social de Hayek y la de Cooperación Social fueran dadas por catedráticos tan extremadamente malos, pero puro Valium después del medio día y post turno, pre suicidio. Las pasé y acepto que esos libros fueron los únicos que he depositado cuidadosamente pero sin remordimiento en el bote de basura.
Al Dr. Espada lo conocí allá por 1991 en Baylor College of Medicine en el Medical Center, Houston TX. Me sentí tan orgullosa de tener algo en común con él, ser guatemalteca y a punto de ser también su colega. De joven se necesitan los “role models”, y él fue uno de ellos.
Ahora imagínense mi total decepción, mi vergüenza como chapina, mi tristeza con la deformación y descomposición que ha sufrido.
Y a Álvaro Colom, pues fue por varios años mi paciente, bien choquito, pero cuando era otro, sin la enfermedad desquiciante del poder y la paranoia y las alucinaciones, era buena onda. Tenía una su novia, toda una dama, guapa, inteligente y con plata. Me daban ternura, porque hacían buena pareja. No entiendo, no puedo imaginar siquiera algo que me pueda remotamente explicar, qué diablos le pasó.
Pero el común denominador es el poder. Cual tu cáncer, SIDA, fin del mundo, si de plagas hablamos, el “poder” se lleva el primer lugar. Esa plaga arrasa, cualquiera puede sucumbir y enfermar so pena de morir…en su interior y también incluye por lo visto, daño cerebral e intelectual irreversibles. No hay vacuna, no hay cirugía, no hay medicamentos, sólo funciona la prevención.
Muchos creen realmente que el poder les va a dar cualidades sobrenaturales, clarividencia, ser intocables, poder hacer re bien lo que no tienen ni idea de cómo se debe hacer, saber las respuestas a todo y que si se las inventan están igual de buenas, abusar de todos y arruinar lo que no les pertenece porque creen que es de ellos. Me imagino que sólo les falta imaginar que no les va a dar diarrea ni estreñimiento o que no se van a tirar nunca jamás un pedo…porque vuelvo al dicho…sólo morirse les falta porque engañados, ya están totalmente.
Y a Álvaro Colom, pues fue por varios años mi paciente, bien choquito, pero cuando era otro, sin la enfermedad desquiciante del poder y la paranoia y las alucinaciones, era buena onda. Tenía una su novia, toda una dama, guapa, inteligente y con plata. Me daban ternura, porque hacían buena pareja. No entiendo, no puedo imaginar siquiera algo que me pueda remotamente explicar, qué diablos le pasó.
Pero el común denominador es el poder. Cual tu cáncer, SIDA, fin del mundo, si de plagas hablamos, el “poder” se lleva el primer lugar. Esa plaga arrasa, cualquiera puede sucumbir y enfermar so pena de morir…en su interior y también incluye por lo visto, daño cerebral e intelectual irreversibles. No hay vacuna, no hay cirugía, no hay medicamentos, sólo funciona la prevención.
Muchos creen realmente que el poder les va a dar cualidades sobrenaturales, clarividencia, ser intocables, poder hacer re bien lo que no tienen ni idea de cómo se debe hacer, saber las respuestas a todo y que si se las inventan están igual de buenas, abusar de todos y arruinar lo que no les pertenece porque creen que es de ellos. Me imagino que sólo les falta imaginar que no les va a dar diarrea ni estreñimiento o que no se van a tirar nunca jamás un pedo…porque vuelvo al dicho…sólo morirse les falta porque engañados, ya están totalmente.
Ahora, que por creerse súper cans, o súper gobernantes, vengan con la bajeza de amenazar y de muerte, o de relacionarse directa o indirectamente con acoso político, intelectual y físico a cualquiera que tenga voz y criterio propio…momento. Todo lo que sube baja…y a más “alto”, más "duro" y más "duele" el cuentazo.
Lamento que la situación entre Marta Yolanda y el Corrupto Gobierno de Guatemala, haya llegado a tan bajas, sucias y despreciables amenazas, pero lo que más lamentaría es que otra intelectual de nuestra tierra opte por el exilio.
Hay muchas mujeres valientes y capaces, que hacen mucho bien a Guatemala, sin ir tan lejos, las hermanas Mack y aunque a muchos les arda, pero es mi opinión y qué, pues Rigoberta Menchú, la que en vida fuera Elisa Molina, la ex Ministra de Educación María del Carmen Aceña, la que en vida fuera la Dra. Ana María Illescas, La Dra. Lourdes Santizo, y definitivamente muchas más que en su qué hacer diario hacen de este país un lugar mejor. Las necesitamos aquí.
Por eso pienso que el exilio, de lejos... la verdad, puro amor de pendejos. Si se van de Guate, pierde Guate, y Guate somos todos…hasta los niños malos, nos guste o no.
Más si de vida o muerte se trata, justo es que velen por la suya y aunque perdamos y nos duela, no dudo ni por un segundo, que a cada malvado, su castigo lo persigue, hasta que lo encuentra…sin importar el “poder” o la “plata” que tenga.
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