No porque no se diga no pasa, o no existe. Pero voy a compartir una experiencia que me pasó, hay testigos y me enseño mucho, por lo cual no fue una vivencia desagradable, sólo aclaradora.
Hace varios meses, por medio del internet, tuve el gusto de ser contactada por una chica lesbiana interesada en compartir experiencias y opiniones del ambiente lésbico en Guatemala. Nos reunimos, fue interesante, enriquecedor, y luego su pareja nos invitó a formar parte de un grupo de lesbianas con el fin de escribir, compartir nuestros escritos y formarnos en el ambiente literario de este género tan prolífero como el arte lésbico.
Mi esposa y yo nos emocionamos por este paso tan especial en la convivencia con otras chicas desde otro punto, tan refrescante, tan innovador y tan prometedor. Con ganas y entusiasmo, nos integramos al grupo, éramos 9, diferentes y parecidas, intrigantes y misteriosas, cómicas y sensibles.
Lloramos juntas, reímos, nos sonrojamos, fuimos descaradas y recatadas, cada una con una historia única que contar, con un bagaje de experiencias que compartir y de que aprender.
Nos reunimos como una docena de veces, cada vez era un reto poder expresar en papel tanta idea, tanta letra y tono rebeldes, que corrían raudos de extremo a extremo de nuestra mente, lanzando palabras de colorido inexplicable y brillante que desborda los sentidos y la imaginación. Componiendo y descomponiendo a gusto y placer, de prosa a verso y al revés.
Todo iba como cuando Shreck y Fionna eran felices en su cabañita del bosque…pero no duró. En efecto, y para mi gran pesar, ya el grupo se desintegró. Somos historia, de la buena, pero parte del pasado de un intento más por combinar lo que me cuesta creer que no combine, lesbianas simples comunes y corrientes y lesbianas feministas rematadas.
El punto de quiebre fue cuando algunas se manifestaron con la propuesta de darle al grupo una connotación política feminista y usar su nombre en los encuentros literarios feministas. No creo ahora, que lo esté escribiendo, que tenga algo en contra del feminismo como concepto, como idea, no lo apoyo pero tampoco lo ataco.
El detalle está en las mentalidades y actitudes de las chicas lesbianas feministas que he tenido la suerte de conocer. Al decirles tranquilamente que su ideología ni me quita ni me pone, que soy lesbiana y no feminista…que puedo funcionar perfectamente como tal en esta sociedad guatemalteca, sin resentimientos, sin necesidad de ser salvada o protegida, les choca, por no decir algo más alegórico.
El resultado, una respuesta de defensiva irreflexiva, pues denota inseguridad cuando se sienten atacadas por algo que no existe, una enemiga imaginaria, una amenaza al sistema en el que creen sin chistar o cuestionar: “la lesbiana no feminista”, algo así me imagino como un dogma, sin sentido.
Pesó más nuestras diferencias de credos políticos que nuestro amor por el arte y en especial la literatura. Se olvidaron los buenos tiempos, las frases cordiales, el cafecito por la noche, el relax de estar en ambiente, entre amigas, todas lesbianas enamoradas de las letras, de la belleza del lápiz y papel.
Es ya la tercera vez que lo experimento, y no me quiero manifestar como una víctima de la discriminación por entidades feministas en el ambiente lésbico de Guatemala, sólo me llama la atención, que se muestre un patrón, lastimosamente, lleno de “discriminación”. Es una actuación opuesta, contradictoria, exclusivista, retrógrada, separatista y empobrecedora, que desmorona todo lo que pudieran ofrecer o proponer.
Y es ahí donde me pregunto, aunque la respuesta la sé de hace rato, cómo se la van a arreglar para fomentar la unión, la participación colectiva. Palabritas que les fascina, frase re arrastrada: “Unámonos como una colectiva feminista lésbica empoderándonos en una sociedad desigual y machista a causa de un sistema patriarcal opresor”. Me lo sé de memoria y sigo sin entenderlo ni gramatical ni conceptualmente. Se enseña con el ejemplo, no con la boca.
Y digo, hasta pronto, a este grupo que me dio tanto, lo extrañaré, a cada una de esas mujeres artistas que me inspiraron, entretuvieron y enseñaron…pero la vida es un cambio continuo al ritmo del cual se comparte lo que se puede, con quien se quiere, cuando se puede.
Hace varios meses, por medio del internet, tuve el gusto de ser contactada por una chica lesbiana interesada en compartir experiencias y opiniones del ambiente lésbico en Guatemala. Nos reunimos, fue interesante, enriquecedor, y luego su pareja nos invitó a formar parte de un grupo de lesbianas con el fin de escribir, compartir nuestros escritos y formarnos en el ambiente literario de este género tan prolífero como el arte lésbico.
Mi esposa y yo nos emocionamos por este paso tan especial en la convivencia con otras chicas desde otro punto, tan refrescante, tan innovador y tan prometedor. Con ganas y entusiasmo, nos integramos al grupo, éramos 9, diferentes y parecidas, intrigantes y misteriosas, cómicas y sensibles.
Lloramos juntas, reímos, nos sonrojamos, fuimos descaradas y recatadas, cada una con una historia única que contar, con un bagaje de experiencias que compartir y de que aprender.
Nos reunimos como una docena de veces, cada vez era un reto poder expresar en papel tanta idea, tanta letra y tono rebeldes, que corrían raudos de extremo a extremo de nuestra mente, lanzando palabras de colorido inexplicable y brillante que desborda los sentidos y la imaginación. Componiendo y descomponiendo a gusto y placer, de prosa a verso y al revés.
Todo iba como cuando Shreck y Fionna eran felices en su cabañita del bosque…pero no duró. En efecto, y para mi gran pesar, ya el grupo se desintegró. Somos historia, de la buena, pero parte del pasado de un intento más por combinar lo que me cuesta creer que no combine, lesbianas simples comunes y corrientes y lesbianas feministas rematadas.
El punto de quiebre fue cuando algunas se manifestaron con la propuesta de darle al grupo una connotación política feminista y usar su nombre en los encuentros literarios feministas. No creo ahora, que lo esté escribiendo, que tenga algo en contra del feminismo como concepto, como idea, no lo apoyo pero tampoco lo ataco.
El detalle está en las mentalidades y actitudes de las chicas lesbianas feministas que he tenido la suerte de conocer. Al decirles tranquilamente que su ideología ni me quita ni me pone, que soy lesbiana y no feminista…que puedo funcionar perfectamente como tal en esta sociedad guatemalteca, sin resentimientos, sin necesidad de ser salvada o protegida, les choca, por no decir algo más alegórico.
El resultado, una respuesta de defensiva irreflexiva, pues denota inseguridad cuando se sienten atacadas por algo que no existe, una enemiga imaginaria, una amenaza al sistema en el que creen sin chistar o cuestionar: “la lesbiana no feminista”, algo así me imagino como un dogma, sin sentido.
Pesó más nuestras diferencias de credos políticos que nuestro amor por el arte y en especial la literatura. Se olvidaron los buenos tiempos, las frases cordiales, el cafecito por la noche, el relax de estar en ambiente, entre amigas, todas lesbianas enamoradas de las letras, de la belleza del lápiz y papel.
Es ya la tercera vez que lo experimento, y no me quiero manifestar como una víctima de la discriminación por entidades feministas en el ambiente lésbico de Guatemala, sólo me llama la atención, que se muestre un patrón, lastimosamente, lleno de “discriminación”. Es una actuación opuesta, contradictoria, exclusivista, retrógrada, separatista y empobrecedora, que desmorona todo lo que pudieran ofrecer o proponer.
Y es ahí donde me pregunto, aunque la respuesta la sé de hace rato, cómo se la van a arreglar para fomentar la unión, la participación colectiva. Palabritas que les fascina, frase re arrastrada: “Unámonos como una colectiva feminista lésbica empoderándonos en una sociedad desigual y machista a causa de un sistema patriarcal opresor”. Me lo sé de memoria y sigo sin entenderlo ni gramatical ni conceptualmente. Se enseña con el ejemplo, no con la boca.
Y digo, hasta pronto, a este grupo que me dio tanto, lo extrañaré, a cada una de esas mujeres artistas que me inspiraron, entretuvieron y enseñaron…pero la vida es un cambio continuo al ritmo del cual se comparte lo que se puede, con quien se quiere, cuando se puede.
1 comentario:
Mi beba adorada... qué puedo decirte. Si, es una lástima que el grupo se haya disuelto por las razones, para mi, equivocadas. Por razones sinrazon que nos distancian, que nos separan, que construyen muros en donde no hay necesidad de levantarlos, esos muros con los que nos hemos dado en las narices...
Es increíble cómo las diferencias pesan más que aquello que nos une!!!
Creo que el grupo dejó de existir en el momento en el que se quiso darle un enfoque diferente al que traía, pero eso ya no importa, hay que seguir adelante.
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