POR EL RESTO DE LA VIDA

¿Quién es esa persona al lado de la cual quisiéramos pasar el resto de nuestras vidas?

Es una pregunta extremadamente fácil y difícil de responder. Porque es una pregunta que tiene trampa.

Me voy directo a la respuesta que daría:

Me gustaría vivir el resto de mi vida, al lado de una persona con quien pudiera armonizar los constantes cambios que sufrimos y sufriremos a lo largo de nuestras vidas, en el aspecto, físico, intelectual y emocional.

La trampa, considero que está en el significado que encierra la frase: “el resto de nuestras vidas”.

Para empezar, no somos ni seremos la misma persona que fuimos y que somos. Esto se aplica también a la otra persona. Y a veces, no nos percatamos de este importante detalle.

El tiempo pasa y las personas cambian. Esto es inevitable. Pero quisiera pensar que se podría encaminar este cambio a favor y no en contra de las relaciones entre las personas.

Cuando se está bien, el decir “para el resto de la vida”, es bonito. Cuando se está no muy bien, esta frase puede ser no bonita.

Hay muchas cosas que podemos imaginar hacer por el resto de nuestras vidas, otras que ni lo soñamos, otras que no lo queremos pensar, otras que sabemos son efímeras, otras que sabemos no son del todo voluntarias, otras que nos esforzamos por continuar haciendo aunque las limitaciones de la vejez nos afecten.

Pero volviendo al tema de vivir el resto de nuestras vidas con una persona, por ratos me parece tan poco natural, habiendo tanta gente en el mundo y siendo la vida tan impredecible. La persona propone, pero la vida dispone.

Hay gente que con el tiempo se mejora, como un buen vino. Hay gente que con el tiempo pierde más tiempo.

Esa persona con quien quisiera pasar el resto de mi vida, no la he encontrado. No es mi mamá, ni mi papá, ni mis hermanos, ni mi pareja, ni mis amistades. A todos los amo, pero vivir con ellos el resto de mi vida, es mucho pedir.

Con todos ellos podré convivir, compartir, pero vivir, sólo conmigo y por ello es recomendable llevarse muy bien con uno mismo, ya que al respecto, no tenemos opciones.

Nadie puede humanamente cumplir con todos los requisitos y expectativas de nadie por toda una vida. Pero sí que se puede encontrar ese punto dorado, donde la vida nos enseña que no es necesario, tan sólo importa darle significado, a cada mañana, cada noche, cada oportunidad de crecer, de aprender, de reír y de ser feliz.

Como seres humanos, somos bien locuaces y a veces soñamos imposibles o impensables. Pero la compañía ideal es aquella que te deja ser, que es, que permite compartir y todavía deja espacio para sorprenderse. Por ello, no es la persona ni tiene que serlo, sino que son las personas, todas aquellas que nos rodean y nos acompañan en diferentes momentos a lo largo de toda nuestra vida y por lo tanto, la hacen inolvidable y única.

Toda aquella persona que te haga sentir bien, que te haga reír, que te entretenga y que te trate bien, es una persona más que sería lindo tener por el resto de nuestras vidas.