Se ha comprobado que el resentimiento no es saludable, pero que casi todos lo hemos experimentado alguna vez en nuestras vidas.
Hay un ejercicio que me resultó iluminador, con eso de que manejo la idea de la no violencia y de la paz dentro y fuera, pues que casi me creí que lo resolvería bien, pero me sorprendió.
Imaginemos que estamos sentadas, solitas, a la orilla de un lago, que tal en Panajachel. Viene el ferry que da la vuelta por todos los pueblitos de la orilla. Llega finalmente al muelle frente a donde estamos sentadas y al ver hacia la baranda del barquito, nos percatamos que algunas caras nos son familiares. Empiezan a bajar los pasajeros y conforme distinguimos sus rostros, nos damos cuenta que a todos ellos les guardamos un tipo de resentimiento.
Ya terminada la imagen en nuestra cabeza, hagamos una lista de los nombres de aquellos que desembarcaron de nuestro barco del resentimiento.
No hay que temer si la lista se torna mucho más larga de lo pensado, a mí me pasó que de unos 4 se creció a más. Hasta puede ser que se le acabe a una el papel y aún estén bajando personas del barco…¿o no?
¿QUE ES UN RESENTIMIENTO?
Puede parecer como un manojo de enojo y recuerdos. Para desarrollar enojo, se debe empezar con tener ciertas expectativas sobre alguien. Cuando esa persona no llena esas expectativas, aparece el sentimiento de enojo. Finalmente se toma la decisión de retener el enojo, no comunicarlo, y el resultado es el resentimiento.
Un estudioso al respecto es el psicólogo Albert Ellis, quien ha escrito bastante sobre el impacto negativo de ciertas expectativas en la forma de “debería y tendría”. Ha desarrollado una ayuda para orientar a personas a desarrollar expectativas más reales de tal forma que no se coloquen en posiciones que conlleven enojo y resentimiento.
Un ejemplo es donde si se puede revisar el tren de ideas de: “mi familiar, amistad o pareja debería ser más atenta a mis necesidades”, por “sería bonito que ellos fueran más atentos a mi bienestar, pero mi bienestar no depende de ellos”.
Se ha investigado y concluido que el enojo reprimido y no expresado, presenta un impacto negativo en una gran variedad de condiciones de salud. Hasta se ha documentado como un factor importante en ciertas formas de disfunción sexual. Además, su identificación y solución influye en forma clave para los pacientes con cáncer.
De hecho pudimos haber sentido alguna reacción o respuesta psicológica a algunas de las personas que bajaron de muestro barquito del resentimiento. Este tipo de estímulo emocional, en especial si es crónico, amenaza nuestra salud.
POR QUÉ RESENTIMOS
Si sabemos que el resentimiento no es bueno para nuestra salud, entonces por qué lo dejamos que se manifieste en primer lugar. A algunas de nosotras no nos gusta la confrontación. Otras evitamos el enojo. Algunas veces nos auto convencemos que podemos “pensar” resguardarnos en nuestra mente y así alejarnos del resentimiento. En otras ocasiones podemos estar simplemente atemorizadas de traerlo a colación.
Entonces y con pocas excepciones, tendemos a crear un equipamiento de resentimiento. Podemos hasta convencernos que nuestros resentimientos son buenos para nosotras. Nos mantienen a distancia de alguien que pudo habernos lastimado, por lo que nos aferramos a éste sentimiento. Pero el aferramiento y así mantenerse a flote, puede ser más secundario a la confusión de lo que podría pasar si lo dejamos. Pensamos que si abandonamos nuestro resentimiento, seremos vulnerables otra vez. Lo cual, no tiene por qué ser cierto.
Finalmente la solución al resentimiento es una receta tan antigua como la civilización humana, pero poco aplicada: PERDONAR. Y como dice un igual de viejo adagio: “resentir es humano, perdonar es divino”. Aunque como yo lo creo, somos todos potencialmente, divinos humanos.
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