Es curioso cómo no pensamos en lo obvio por vivir en lo imaginado. Digo pues, que cuando todo va bien, olvidamos lo inevitable y nos asombramos cuando esto nos devuelve a la realidad y al presente.
Me refiero a los eventos inevitables de toda existencia y de todo ser viviente. La enfermedad y la muerte. No se trata de ser negativa ni mucho menos pesimista, tan solo diría yo, observadora.
Desde el año pasado había gozado de una salud asombrosamente buena, el último mes mi desempeño en el gimnasio, el trabajo, la familia y la pareja había sido muy bueno…hasta que me enfermé.
Me refiero a los eventos inevitables de toda existencia y de todo ser viviente. La enfermedad y la muerte. No se trata de ser negativa ni mucho menos pesimista, tan solo diría yo, observadora.
Desde el año pasado había gozado de una salud asombrosamente buena, el último mes mi desempeño en el gimnasio, el trabajo, la familia y la pareja había sido muy bueno…hasta que me enfermé.
Y no de algo terminal ni terriblemente incapacitante, no, tan sólo una vil y vulgar gripe de la gran “#$#”#$%%!!! que apareció el domingo pasado y hasta hoy me sigue recordando mi fragilidad y la verdad de mi impermanencia en este mundo.
Veo a diario personas con enfermedades con E mayor, que pueden pararle el pelo a la más ruda e intelectual, fuerte y aguerrida amazona.
Veo a diario personas con enfermedades con E mayor, que pueden pararle el pelo a la más ruda e intelectual, fuerte y aguerrida amazona.
Pero hay cierta barrera, con la cual nos colocamos del lado opuesto, a salvo, lejos supuestamente del dolor y el sufrimiento.
Se mantiene la objetividad y a pesar de la empatía, no logramos vislumbrar los alcances de la mente y de un cuerpo frente a la enfermedad.
Hasta que nos alcanza un virus o bacteria malparidos y nos hacen moquear, toser, titiritar y sentir malestar en cada partecita de nuestro cuerpecito maltrecho.
Pienso, qué afortunada soy, al poderme quejar de una gripe y no tener que lidiar con un cáncer…por ahora.
Hasta que nos alcanza un virus o bacteria malparidos y nos hacen moquear, toser, titiritar y sentir malestar en cada partecita de nuestro cuerpecito maltrecho.
Pienso, qué afortunada soy, al poderme quejar de una gripe y no tener que lidiar con un cáncer…por ahora.
Pero de una enfermedad, por lo que me queda de vida, no me salvo, sea cual sea, cuando sea y como sea, si no soy presa de la violencia, lo seré de la vejez y achaques de la misma.
Por lo tanto, es bueno enfermarse y recordar con humildad, que no tenemos más que el hoy con seguridad, que el mañana como a muchos podemos no llegar a observar y tantas cosas que quedan pendientes por dejadez y falsa seguridad, lo mantenemos pendientes, desaprovechando tantas oportunidades para mejorar.
También no podemos negar más que el medio ambiente está patas arriba, el clima enloquecido y las consecuencias se viven y vivirán en nuestros cuerpos, doliéndonos hasta los huesos. Cuidemos nuestro planeta.
Estoy harta de esta gripe, pero agradecida de poder revalorar mis prioridades y poder aprovechar mejor cada momento al retornar a la normalidad.
Por lo tanto, es bueno enfermarse y recordar con humildad, que no tenemos más que el hoy con seguridad, que el mañana como a muchos podemos no llegar a observar y tantas cosas que quedan pendientes por dejadez y falsa seguridad, lo mantenemos pendientes, desaprovechando tantas oportunidades para mejorar.
También no podemos negar más que el medio ambiente está patas arriba, el clima enloquecido y las consecuencias se viven y vivirán en nuestros cuerpos, doliéndonos hasta los huesos. Cuidemos nuestro planeta.
Estoy harta de esta gripe, pero agradecida de poder revalorar mis prioridades y poder aprovechar mejor cada momento al retornar a la normalidad.
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