Que raro, pero a veces y sin saber bien por qué, una se siente extraña, inquieta, hasta algo perdida. Es algo así como que el cuerpo tuviera su propia voluntad y ni la razón ni la lógica lo pudieran apaciguar.
Es tanto, que llega a ser catalogado como una leve a moderada angustia, situación que no se recibe bien. A quien le puede gustar estar sintiendo cosas que a saber de donde están saliendo y que le quitan a una hasta el sueño.
No es la primera vez que me pasa, pero hacía ya rato que no acontecía este sentir, unos 6 a 8 meses tal vez.
Es indiscutiblemente de carácter cíclico y recurrente. Los mismos síntomas de agitación, inquietud, irritabilidad a veces, aunado a un descontento infundado, por más que le doy vueltas y vueltas, no le encuentro ni pies ni cabeza.
Aún en los momentos de más quietud a mi alrededor, me siento como atrapada, entre mis pensamientos y sensaciones alocadas y desordenadas. Me cuesta concentrarme, me cuesta alejarme de la situación.
Ya cuando es mucho, si me asusto. Busco medidas de urgente control y lo único que pasa por mi mente es comerme un helado con mucho chocolate o tomarme una cerveza y en su defecto, unas copas de vino, o hacer mucho, pero mucho ejercicio. Algo así como anestesiar o aminorar esa urgencia de lo que sea que se consume en mi interior.
Es como si de pronto todos mis sentidos estuvieran al máximo de receptividad y mi estado emocional a punto de colapsar. Me siento pero como unas mil veces yo a la vez y sin poder encontrar un dispositivo para liberar tanto vapor y tanta presión.
Ya lo pensé y no es menopausia, al contrario, parece menarquía, como si de repente todo cobrara vida y en un total remolino, quisiera salir y expresarse a gritos.
Se también que es temporal, así como aparece, un día de repente desaparece.
Es en estos espacios de hipersensibilidad y emocionalidad que quisiera salirme del molde convencional, lanzar al aire la máscara de puritana y volverme la mujer que se siente bullir debajo de mi piel. Sin barreras, sin vergüenzas, sin reglas, sin etiquetas, sin expectativas y sólo dejarme llevar.
Ser humana no es fácil, ser la misma siempre es cada vez más un mito que una realidad. La mente cambia, el cuerpo cambia, las ideas cambian, los sueños y los planes cambian, la gente cambia, cambiamos. El arte es cambiar sin lastimar ni lastimarnos, al aceptar que el cambio es impredecible e inevitable, es parte de la vida.
Pero expresar esta idea a cualquiera, no es del todo conveniente. Siempre estarán las opiniones encontradas, las interpretaciones e imaginación de cada individuo y sus mentes respectivas. Las críticas constructivas y aquellas poco útiles. Romper paradigmas y salirse del guacal, es y será siempre un reto para una y amenaza para los demás. Es difícil, pero a la larga, liberador. Lo nuevo y lo desconocido puede asustar, inhibir y hasta aislar. Ser la excepción a la regla, desubica y crea conflictos internos y externos.
Pero a pesar de todo lo bueno y lo malo que puede acarrear el sentirse diferente, el ver diferente y pensar diferente, tarde o temprano, hay que enfrentarlo.
Hoy ha sido igual que ayer y semanas atrás. No le veo fin cercano a esta tempestad que recorre mis venas, penetra mis huesos, desordena mis tripas y no me abandona ni en mis sueños.
Cambiar de ambiente, alejarme del ambiente, liberar energía positiva, canalizar hiperactividad reprimida, lo que sea, con tal de darme un respiro. Cuando se cierra una puerta, mil más se abren, si se quiere, se puede, aunque sea una vez poder decir: “fuera máscaras”, “here I am”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario