Si estuviera ocupada, no estaría baboseando por el ciber espacio. Tampoco perdería el tiempo en los chismes de última hora ni en si Ricky Martin al fin se destapó como gay.
Si realmente estuviera ocupada, no perdería ni un minuto en leer los periódicos amarillistas o ver los telenoticieros manipulados.
Si tuviera penas o problemas graves, no pensaría siquiera en verme las patas de gallo en el espejo del baño del trabajo, o subirme a la balanza sintiendo congoja por la culpabilidad de la comilona del fin de semana.
Si tuviera noción de cuándo será mi último día, no pensaría en lo que quisiera, lo que me falta, lo que no tengo, lo que no quiero.
Si fuese madura en mis decisiones, no volvería jamás a usar una tarjeta de crédito.
Si realmente fuera libre, no temería dejar de hablar y cerrar los ojos con la mente en blanco.
Si usara más porcentaje de mi cerebro, leería sin reparo y tiraría la televisión a la basura.
Si aceptara que el pasado nunca volverá, no me preguntaría por qué no tengo las nalgas de una quinceañera.
Si estuviera en paz con mis decisiones, no tendría tantas cosas dando vuelta dentro de mi cabeza.
Si aceptara la muerte como parte natural de la vida, no me sudarían las manos y palpitaría de más el corazón pensando en todos los posibles desastres naturales a la vuelta de la esquina.
Si entendiera que al fin de cuentas todo tiene su propósito, no lucharía tanto contra las ideas y actitudes de la demás gente.
Si aceptara que hay cosas que nunca cambiarán, porque de mí no dependen y nada puedo hacer, no cargaría con desilusiones o frustraciones.
Si tan sólo…por eso la vida es así, no exactamente como la imaginamos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario