Cuando se habla sobre la salud y enfermedad en el contexto lésbico, generalmente el enfoque es en las enfermedades de transmisión sexual.
Además es más común hablar de ello y hasta cierto punto más interesante porque involucra al aparato genital y el uso o desuso que se le da. Hay drama, hay chisme y entretiene.
Lo que preocupa, porque tiene más que ver con calidad y cantidad de vida en un gran porcentaje de casos sin discriminar edad, ocupación, creencias, actividad sexual, educación ni ingresos económicos, es todo aquello que no se ve ni se siente, hasta que ya se está con los efectos y consecuencias.
Estos padecimientos son tan comunes que por lo mismo, se les resta importancia. Como dice el refrán: “Ojos que no ven, corazón que no siente”. Si viéramos nuestras arterias por dentro, si pudiéramos nadar en nuestra sangre que circula sin descanso por todo nuestro cuerpo. Si nos sentáramos un instante en un bronquio para ver pasar el aire que entra y sale, si pudiéramos ser testigos presenciales de cómo digerimos nuestra comida, sería muy enriquecedor y al mismo tiempo aterrador.
El cuerpo es una máquina asombrosa, increíblemente resistente y aguantadora.
O sea que para que nos enfermemos así feo, debimos haber hecho destrozos, y por largo tiempo.
No es así nomás que se eleva el azúcar en la sangre, o la presión arterial o se forma el cáncer de colon, o se tapa una coronaria, o se pudren los dientes o sale el cáncer de piel o nos acaba una encefalopatía hepática por tanto alcohol.
No es así nomás que se eleva el azúcar en la sangre, o la presión arterial o se forma el cáncer de colon, o se tapa una coronaria, o se pudren los dientes o sale el cáncer de piel o nos acaba una encefalopatía hepática por tanto alcohol.
Entre otras muchas cosas, los procesos de enfermedades debilitantes son crónicos e inexorablemente desastrosos si no se hace algo para detenerlos, modificarlos o eliminarlos.
La edad, es la edad. Viejos, si tenemos suerte, seremos todos. Ya de por sí la vejez es la manifestación en cuerpo y mente de un proceso de desgaste que lleva lo que ha durado la vida. Es inevitable, se vea o no se vea, la oxidación por lo radicales libres y sobre todo por el mismo oxígeno, de cada célula del cuerpo, es natural y el resultado final, tarde o temprano es la muerte.
Se dice que somos lo que pensamos, lo que decimos, lo que hacemos y sin lugar a dudas lo que comemos.
Hoy en día el amor entre humanos es prácticamente nulo.
Por consiguiente, la soledad en estos millones de millones de acompañantes pero no compañeros, crean un vacío que considero es complicado de entender.
Necesitamos cariñito, pero si esperamos a que nos cuiden y quieran en donde estemos: el trabajo, la casa, la calle, el cine, etc., puede que la espera sea larga, muy larga.
Entonces se busca esa sensación a través de otros medios y de ahí el término “confort food”. Y es que…¡funciona! Cambia la producción y disponibilidad de ciertas hormonas y sustancias encargadas o relacionadas con la sensación de placer, de alegría, de confort. Se siente rico, nice, cool, el tener un chocolate derritiéndose en la boca o la sensación de satisfacción que producen las papas fritas con salsa de tomate o la hamburguesa con queso derretido o la bolsa de nachos con su crujido tan especial, sin olvidar la cervecita bien fría o el trago de licor que entibia el alma dolorida.
Se olvida, se anestesia, se crea una realidad paralela de bienestar. Y al final de cuentas, la vida es corta y hay que gozarla aunque sea entre penas y problemas. Más vale un ratito bien comido y bebido que un ratote de depresión.
Pero como toda medida sustitutiva y aplicada generalmente en desmedida, tiene sus consecuencias y no son nada buenas.
Cada instante de satisfacción y placer será cobrado y con intereses por años impregnados por dolencias, padecimientos y limitaciones en nuestra vida diaria, sin olvidar los gastos, las angustias, la tristeza de nuestra parte y de los que nos rodean.
Cada instante de satisfacción y placer será cobrado y con intereses por años impregnados por dolencias, padecimientos y limitaciones en nuestra vida diaria, sin olvidar los gastos, las angustias, la tristeza de nuestra parte y de los que nos rodean.
A veces pienso que muchos, si supieran con antelación lo que significa vivir, optarían por no nacer y aquellos que supieran lo que es tener diabetes optarían por nunca probar un dulce o morder un pedazo de pastel y aquellos que supieran lo que siente aquel que fue atropellado y murió a causa de un conductor ebrio, jamás probaría una gota de licor.
Pero siempre existirá la duda y le acompaña la negación, ambas tan humanas como el humano mismo.
Las lesbianas no somos seres humanos diferentes ni mucho menos. Pero dependemos más de nosotras mismas y de la pareja, de nuestro trabajo, de nuestra salud para tener un techo bajo el cual dormir, ropa que vestir y alimento que nos aliente a seguir.
Las lesbianas no somos seres humanos diferentes ni mucho menos. Pero dependemos más de nosotras mismas y de la pareja, de nuestro trabajo, de nuestra salud para tener un techo bajo el cual dormir, ropa que vestir y alimento que nos aliente a seguir.
No tenemos una prole que nos vaya a cuidar en la vejez (y aquellas hétero que ni con prole tienen una vejez digna).
Más como lesbianas y no por ello perfectas, hemos de pensar unos minutos en el tipo de vida que estamos forjando en relación a nuestra salud. Sabemos que el sistema de salud gubernamental es cuasi mortal y el seguro social es peor.
El aspecto estético es lo de menos y de igual forma, no es algo que según opiniones de la mayoría, sea importante en la vida sentimental de una mujer lesbiana, de tal forma que el enfoque es esencialmente funcional, poder desempeñar nuestro trabajo y tareas diarias con éxito, sin dolor, sin miedo, sin limitaciones físicas importantes.
Tan sólo un leve cambio de actitud. Los problemas ahí van a estar y el estrés es parte natural de la existencia en esta época. No van a desaparecer después de haber degustado un delicioso pedazo de pastel de chocolate o acabado una botella de ron.
Podemos equilibrar, combinar y cuidarnos más. Una vez de vez en cuando hasta bien nos cae, en ocasiones especiales, comer rico y tomar un traguito.
Para apoyo emocional podemos buscar a las amigas, la familia, las mascotas, la lectura, hasta un poquito de ejercicio, buenas películas.
No cavemos nuestra ruina con nuestros propios dientes y boca, seamos responsables y luchemos por calidad de vida. Nadie se merece la agonía de una vida que asemeja un infierno por tanto sufrimiento y dolor físico y emocional.
Nosotras somos las únicas responsables.
Y a manera de reflexión, decimos que entre parejas la infidelidad es imperdonable...pero en relación al sexo. ¡Y qué hay de la soledad tras la ausencia de una de ellas tras un infarto masivo, hemorragia cerebral o coma duiabético!...¿que no es también una variante de traición sin precedentes?
2 comentarios:
casi totalmente de acuerdo contigo Cris. por razones de salud soy vegetariana desde hace casi siete años, de los cuales 3 fui vegana y creémelo, comer sano es delicioso, así que comer rico en toxinas, grasas saturadas o químicos, no es la única forma de comer RICO.
ah, y gracias por la reflexión de esa responsabilidad que tenemos con nosotras mismas y nuestras parejas que tan acertadamente comparás con la traición.
Me pareció interesantísimo este tema que se vincula estrechamente al amor propio, esa condición básica de la existencia. No cabe duda que la fuente del equilibrio existencial es ese amor propio, el cuidado y respeto a una misma, del cual parte el amor, respeto y cuidado hacia las demás personas y la vida en general.
La salud es el resultado del equilibrio, pero además una condición naturall que como dices...solemos afanarnos en destruir. Somos nosotras quienes intoxicamos al cuerpo alimentándonos descuidadamente y vivir sedentariamente. En fermamos la psiquis... por no tener la disciplina de la meditación.
Gracias por permitir estas reflexiones.
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