Era una tarde noche entre semana, fuimos mis esposa y yo a comprar un pastelito de última hora para nuestra tía por su cumpleaños. Decidimos ir a la panadería San Martín de Majadas y afortunadamente encontramos buen parqueo.
Tras escoger un pastelito bien coqueto de chocolate, nos paramos en fila para pagar en una de las cajas. Al lado, estaban dos mujeres de más o menos entre 45 y 50 años y una mayor de cómo 70, calculando.
No hubo necesidad de diccionario, ni de letrero, ni de luces artificiales para darnos cuenta de que eran dos lesbianas con una familiar de edad, refaccionando tranquilamente. Yo sentí una gran emoción, una gran curiosidad, un magnetismo podría decir.
No hubo necesidad de diccionario, ni de letrero, ni de luces artificiales para darnos cuenta de que eran dos lesbianas con una familiar de edad, refaccionando tranquilamente. Yo sentí una gran emoción, una gran curiosidad, un magnetismo podría decir.
Pues entonces, aquí viene la situación a discutir. Ni mi esposa ni yo nos animamos a verlas o ponernos enfrente, menos a hablarles. Y aunque la lógica podría decir: “¿De qué cuenta le van a preguntar a una en público y siendo una completa extraña, si se es lesbiana? ¡Por favor!, ¿está acaso loca o qué diablos se cree? ¿Y de qué cuentas asumió que era lesbiana?, ¡que barbaridad! Porque hay mujeres hétero que parecen más lesbiana que yo elevada al cuadrado o hay lesbianas que parecen súper lesbianas y lo niegan hasta la muerte, si no es que no nos intentan destruir en ese m ismo momento.
Pero la verdad, en mi caso, me dieron unas ganas terribles de acercarme, hablarles, no sé…pedirles un teléfono y ver si podríamos juntarnos en otra ocasión para entablar una conversación y ver si pasaba a una amistad. Fue como estar a dos pasos de persona que entiendes, les tienes cariño, les admiras, te identificas, necesitas hacer contacto, se da una cuenta de lo solas que estamos, en general. De lo mucho que nos necesitamos para alimentarnos emocional y socialmente.
Se miraban como una pareja ya estable, maduras, educadas, que aman a los familiares ancianitos, en fin, presentables, daban ganas de conocerles. Pero no hice nada, sólo les volteé a ver una última vez con una gran sonrisa, por si acaso, después de pagar y como no me vieron, nos fuimos. Nunca las volví a ver. Y eso que Guatemala no es una ciudad tan grande, pero pueden pasar a veces años antes de volver a ver a un familiar, imagino que décadas antes de volver a ver a una lesbiana.
He caminado por centros comerciales y veo a varias lesbianas…¿por qué lo sé…que son lesbianas? Pues porque se les nota a leguas, porque es obvio y porque intercambiamos esa mirada tan peculiar de “Ni se te ocurra, soy lesbiana, pero ni te acerques”. OK, yo no muy que la hago, mejor pongo mi mirada de “¡somos familia!” y que mi esposa tanto cuestiona porque le agrega una connotación de picardía o flirteo…lo cual, es y no es, pero no es el punto…¿o si?
De esto se desglosa la diferencia en “lenguaje corporal” con nuestros familiares Gays. Los hombres son unos artistas en esto y además el beneficio es que socializan más y mejor, no son cavernícolas inseguros y encerrados como muchas, muchas, muchas lesbianas. Y no es que sean mojigatas, sino que la mayoría anda dis que en el closet o no saben qué hacer, frente a otra mujer que como ellas es lesbiana.
Entonces, si las conocemos, las saludamos y somos amables o nos hacemos las locas si nos caen mal. Si no las conocemos pueden pasar varias cosas. Una es que les volteemos la cara porque nos vieron feo. Otra es que sonriamos o hasta nos pasemos de galantes y no apartemos la mirada, lo cual no siempre sale bien. Y otra es que aparentemos que no vimos a nadie ni nada, para evitar problemas con la pareja.
Entonces, no conocemos gente nueva, o sea, LESBIANAS, en lugares públicos. No hablamos ni entablamos contacto con lesbianas en el cine, el teatro, el supermercado, la boutique de ropa, el restaurante italiano de moda, el parque de Antigua, ni siquiera en los bares de mala muerte que hay por ahí. Pero si nisiquiera en la marcha de orgullo y dignidad LGBT pudimos cruzar palabras entre varias lasbianas que participamos por no “conocernos”.
No nos hablamos y menos nos miramos hasta que por causas a veces inexplicables nos presentan o coincidimos con alguna amistad en común que desconocíamos, y ya entablamos comunicación. Tan extraño y tan infantil.
¿Por qué las lesbianas somos tan ariscas? ¿Tan desconfiadas? Y ¿por qué en las relaciones se hace más difícil el socializar? ¿Habrá un patrón escondido? ¿Habrá una causa subyacente de importancia monumental?
Mi teoría entre otras es que evitamos y mantenemos distancia por miedo… desconfianza…inseguridad…:
- Y que, “se tiene la tonta idea que mujer lesbiana que se acerca a mujer lesbiana es porque quiere irse a la cama”. Cuando al final, perdemos oportunidades de conocer y hacer grandes amistades.
- Y que, “al estar ya en una relación, no se necesita y no es aconsejable socializar, porque pueden meterse y arruinar la relación”.
- Y que, “si me ven con lesbianas, no hay pierde que se sabrá que soy una de ellas y no me puedo arriesgar”.
Y al final, tener amigas lesbianas es genial, sobre todo como las mías y espero, como las que espero tener en el futuro. ¡Porque una amistad vale la pena siempre!
1 comentario:
Apoyo a Cabala, en cuanto a las amistades entre lesbianas, a nosotras en lo particular nos gustaría ampliar nuestro círculo de amistades. Pero es lo que dices, una no se atreve a hablar, ya sea porque la otra parte no dá por donde, o se hacen las locas. En nuestro caso, mi pareja me invitaba a varias reuniones con otra pareja de lesbianas que ya llevan diez años (o más no recuerdo) juntas, pero la verdad es que no me sentía a gusto, primero porque no sentía el click con varias de ellas, y solo se dedicaban a hablar mal de las lesbianas parejas que conocían, o burlarse de si la pareja de aquella o ésta; y se dedicaban como si fuera el tema de la tarde, a chismosear todo lo que otras parejas les habían compartido, cuando llegaban a sus casas, y cosas íntimas. Al punto que le dije a mi pareja que prefería que nos mantuvierámos al margen, ya que nos gusta que las personas que conocemos, nos aporten cosas buenas, las reuniones sean interesantes, ya sea de trabajo, estudios, lo que sea pero "sanamente". Y al decir sanamente no me refiero evitar el tomar algo o fumar, bailar etc., sino mantener el respeto y la discreción que todas merecemos, al momento de compartir, salir, y platicar con nuestras amigas vivencias, experiencias etc., y que en estos casos por ejemplo, se hacían públicas y de la peor manera. Porque como les digo, en estas reuniones, hablaban de pareja pero burlándose y ridiculizando a la otra, haciendo bromas de mal gusto. En fin para mi no fue agradable experiencia el compartir, como digo no generalizo que todas sean asi, pero al menos con ese grupo no me sentía cómoda; y optamos por alejarnos y salir con mas amigas y amigos heteros, una que otra lesbiana conocida. En fin, no sé si me juzguen o no pero creo que es muy díficil encontrar lesbianas que tengan tema de conversación y no sean solo criticar a las demás.
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