DULCE REVANCHA
Cuánto tarda soltera una lesbiana promedio entre relaciones, es una pregunta que todas sabemos, tiene una respuesta muy corta: horas, días meses...muy probable…¿años?...nooooooo!!!!!!!
No niego que hay algunas de carácter firme y temple inquebrantable ante la tentación de compañía…aunque sea temporal. Pero las demás, no tenemos tal virtud.
Ahora bien, es una característica de las lesbianas, el iniciar una relación amorosa y sexual con bastante premura y en muchas ocasiones, con el estímulo de recién haber terminado una relación, casi siempre dolorosa y aunada a la terrible sensación asfixiante de la soledad. Algo así como rodeadas de gente pero con un solitario y roto corazón.
Así en varias oportunidades, hemos iniciado vida de pareja, sin conocer a la mujer con quien pensamos compartir techo, hábitos, cama y en el mejor de los casos, gastos.
Aunque no es lo indicado, si es lo usual, salir en busca de una chica que llene ese espacio y nos haga olvidar. Olvidar a la ex que acabamos de dejar o nos acaba de dejar, sea cual sea la causa, si la dejamos, casi siempre fue por andar con otra y si nos dejarn, es porque ya andaban con otra.
Lo hemos experimentado y sentido en carne propia desde cada extremo o cara de la moneda. Pero a la larga, es un período de estrés y angustia, generalmente no hemos cerrado capítulo con la ex y ya tenemos compromisos con la actual. Hablo en un rotundo pasado, pero no por ello lo he olvidado y observo que como dije antes, es un fenómeno que nos identifica en alguna época de nuestras vidas.
Las “revanchas” no necesariamente son pasajeras o del y para el rato. Las mías han durado de 5 meses a 7 años. Y sin quererlo, cuando sentimos, en nuestro momento solitario ya estamos conectando… cuando por las noches todavía recodamos y lloramos por la desgraciada que nos dejó, o nos odiamos por haber dejado a alguien muy especial.
Así es como la vida sentimental de una lesbiana promedio se mece y deambula entre el drama y la pasión. Porque no sólo somos lesbianas, somos unas histéricas cuando bien nos conviene y también unas mártires, depende de lo que esté en juego. Claro que esto no lo pensamos, o al menos no muy en nuestros cabales, sino que, pasa. Hay que aceptar los altibajos de la vida.
Pero llega el tiempo de asentarse, de apaciguarse, en el que una se cansa de tanto babosear, sufrir y vivir pendientes de un hilo emocional. Es una necesidad de bajar revoluciones y dejar a un lado la adrenalina y el peligro, para adentrarse a las mansas aguas de una relación de larga y duradera evolución o... entregarse a la masturbación y placentera compañía propia sin clavos y problemas por parte de una cuata medio safada que nos hace la vida a cuadros. En fin, o bien acompañada o sola, pero no mal acompañada.
Pero volviendo a la “revancha”, las lesbianas no consideramos el tener acostones o contacto sexual casual, no logramos integrar esa opción a nuestra mentalidad controladora y hambrienta de pasarnos cual si relámpago a hacer nidito y jugar casita en menos de 48 horas tras haber conocido a una nueva compañera.
Así como en el mundo de los heterosexuales, el tener vida sexual antes de tener vida matrimonial ha permitido ver que el casamiento a veces no es una opción saludable, así podría ser que la relación de pareja inmediata con todo eso de las reglas y la monogamia, no sea lo más conveniente para las lesbianas que están solas, o sólo desean un ratito de compañía y cariñito especial.
Y… ¿por qué? Pues porque como buenas lesbianas somos posesivas, celosas, controladoras, obsesivas, desconfiadas, aguerridas y muy territoriales, sin dejar de ser piconas, traviesas, picaronas, inquietas y mal portadas, en más de una ocasión.
Hagamos cuentas de cuántas veces hemos iniciado una relación como consecuencia directa de una separación y de cómo nos esforzamos tanto por negarlo, disfrazarlo e ignorarlo, con tal de tener la razón y no sentirnos tan mal en esa despiadada soledad…aunque sólo sea por un tiempo.
Como sabiamente me dijo una chica maravillosa y ex pareja: “Te digo, que un clavo nunca saca a otro clavo y menos entre lesbianas”. Y “I hope I am not just a rebound for you”… ¡Qué razón tenía!
Después de un tiempo, cuando las cosas no funcionan, porque no imaginábamos con la que nos embarcábamos, nos quedamos silbando solas en la loma y todavía nos preguntamos, ¿qué pasó? ¿Cómo pude enredarme con fulanita o menganita? Otra característica lésbica, la amnesia y la necedad de aprender a puro golpe, en el ego y en el corazón. Caso concluido.
1 comentario:
Sabes, me engancha el tema de la duración de las relaciones lésbicas. Por qué?????? Porque quizá yo sea la excepción a la regla. Mi primera relación (de dos que he tenido en mis 41 años de vida) duró 20 años. Y los vivimos bien. Fui feliz, aún admiro y quiero a esa mujer a la que catalogo de mara villosa mujer. Me separé porque la vida nos había convertido en personas diferentes a lo largo de esos 20 años, es decir con otros sueños, otras acciones en la vida. Nunca nos fuimos infieles y no nos separamos por otra. Por mi parte me aventuré a nueva relación sólo después de cerrar el duelo que quiera que no, es dificil de afrontar y superar. Un año y medio después me sentí en ánimo y capacidad. Me fué bien. Me siento feliz. Cuento esto porque sigo creyendo en la posibilidad de hacer relaciones duraderas en la que la clave sea además de la atracción sexual mutua, la compatibilidad en cuanto a proyecto de vida y la autonomía personal de ambas partes.
Publicar un comentario