Hoy, agradezco estar viva, pero me siento mal.
Embargada por la indignación, por esa espantosa sensación de estar indefensa ante tanto peligro y maldad a mi alrededor.
Hastiada de escuchar palabras necias, mentiras insolentes y descaradas.
Acongojada por ver cómo en este país la vida del ser humano vale dinero, vale intereses, vale en pocas palabras, ni mierda.
Triste, dolida, impactada, herida, porque hoy, ahora, muchas y muchos guatemaltecos ya no ven el amanecer que yo puedo ver, no pueden tomar un simple café antes de empezar labores, no pueden besar y abrazar a sus seres amados, no disponen del hoy, del mañana, porque ya están muertos, fueron vilmente asesinados, simplemente por decir la verdad.
Ofendida, agredida, violada de mis derechos como persona, como ciudadana, como ser humano en un país que hoy, ya es definitivamente presa de la anarquía.
Incrédula de la desfachatez, de la indiferencia, del descaro de los personas, si no de las bestias que ahora gobiernan este traicionado país.
Avergonzada por hacer no sólo el ridículo sino ahora de asustar y parar el pelo por tanta violencia e impunidad que se desborda por doquier como nación a nivel internacional.
Decepcionada de mis compatriotas, de mí, porque no tenemos las gónadas, el valor ni la fortaleza para darnos nuestro lugar y ser dignos, pareciera que no nos cansamos de vivir cada día entre tanta porquería de leyes inútiles, inservibles, de políticos incompetentes y vendidos, de corruptos, de asesinos.
Harta de no hacer nada, por temor a las represalias.
Pero todos podemos hacer algo según nuestras posibilidades, convicciones y principios.
No soy una persona que use, apoye o justifique la violencia bajo ninguna razón, causa o situación. Pero con escribir y divulgar lo que siento: informo, comparto, cuestiono.
Ya alto a este gobierno asqueroso y carroñero, asesino e inepto. A todos y cada uno de sus integrantes buenos para nada que no sea robar, matar y mentir. Hemos tenido aparentemente el gobierno que nos merecemos: genocidas, déspotas, tiranos, asesinos, mafiosos y por mi parte, ya no más.
No sé hacer política, no sé de muchas cosas, pero si sé que si no participo, si no denuncio, si no me quejo, si no señalo, si no llevo una vida honesta, si no demuestro en lo grande y pequeño que no hago lo que detesto, no habré dado siquiera un primer paso. Un primer paso a ser consciente de nuestra penosa y apestosa realidad guatemalteca, a luchar en lo que sé hacer para un futuro mejor, con estudio, con un corazón bueno, con amor y con todas la ganas de hacer las cosas bien por mi país y por mí.
Hoy me siento triste, muy triste y cansada y decepcionada y asustada, pero voy a dar lo mejor que tengo porque el cambio, es urgente, es para hoy.
Por todos los que hoy, ya no pudieron siquiera dar un respiro, por los que no estarán mañana, y por los que si lograrán vivir un poco más, por todos, actuemos con el ejemplo y exijamos nuestros derechos.
Pensemos, analicemos y escojamos mejor a nuestros gobernantes y si no hay ni uno medio bueno, busquemos, ofrezcamos, postulemos, participemos, atrevámonos, luchemos con el intelecto, pensemos en el futuro, si no el nuestro, mínimo el de tanta niña y niño, que ni se imaginan el chiquero de país que como adultos les estamos heredando.
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