Un estruendo, un ruido ensordecedor implacable, se acercaban varias ambulancias, todas con sirena abierta, traían pacientes al borde de la muerte…pero Grace no lograba llegar a la puerta de la emergencia del Hospital San Juan de Dios, los pies no le obedecían y el piso se movía… los gritos, las sirenas que no dejaban de retumbar en lo más profundo de su cráneo…de pronto apareció el elevador y Grace subió sin ver… que no había donde poner los pies y empezó a caer, le embargó el pánico, iba a morir y luego un gran dolor en su costado que le sacó todo el aire del pulmón…totalmente desorientada, intentaba en vano liberarse de entre los escombros, pero ya no escuchaba una sirena, era más como el timbre de un…¿teléfono?
Y entonces se percató que yacía sobre la alfombra…¡se había caído de la cama!...y sobre su laptop…¡auch! Finalmente logró descolgar el auricular y con tremenda taquicardia contestó: “Halo, halo…” ¿Acaso la pesadilla no había terminado?…Como que el post internado y la post residencia le habían causado serios trastornos oníricos…”pedir cita al psicólogo…urgentemente no más llegue a Guate”, se dijo en voz alta.
“Si, ¿halo?...Grace estaba a punto de colgar cuando de nuevo la misma voz: “Soy yo, Mandy…lamento si te he despertado…es que….te extraño…”
“Por todos los cielos Mandy, casi me causas un infarto, ¿qué hora es?” preguntó Grace ya un poco más ubicada.
No lograba encender la lámpara de noche para ver su reloj.
“Temprano, casi las 4…de la madrugada… ¿cómo te va?”
Grace entendió entonces lo que pasaba y el comportamiento tan extraño de su ex. “Mandy, estás borracha, ¡¿Qué diablos te pasa?!
"Es que, te pienso y recuerdo, todo el tiempo, yo..."
Grace la interrumpió sin miramentos. "¡Vamos, acaso te acuerdas de mí así nomás entre copa y copa y me llamas de larga distancia a estas horas desconsideradas sólo para preguntarme cómo estoy, por la gran diabla, ¿desde cuándo te importa cómo esté?!” Grace estaba indignada y frustrada. Le dolía el costado y al fin había logrado desenredarse de las sábanas. Se sentó a la orilla de la cama…en efecto eran las 4:15 am. Ni por emergencias osaban despertarle a estas deshoras de la madrugada.
Típico de Mandy, cuando su conciencia y la culpa aparecían, la invitaban a varios escoceses en las rocas, para sólo así poder congeniar… recordó cuando acababan de volver a intentarlo por tercera vez, que le llamó también a media noche arrastrando la voz y diciendo incoherencias por su embriaguez.
A los pocos minutos le tenía en su apartamento, ni se quiso imaginar cómo había logrado manejar su auto deportivo hasta allí, desde el otro lado de la ciudad y en invierno, llovía sin parar.
Le dejó pasar, no paraba de llorar, estaba tan mal y completamente empapada, sintió una pena terrible por ella. Mandy le medio expresó entre sollozos y a pesar de tremenda borrachera que Grace era el amor de su vida, que no podía vivir sin ella, que volvieran.
Le dejó pasar, no paraba de llorar, estaba tan mal y completamente empapada, sintió una pena terrible por ella. Mandy le medio expresó entre sollozos y a pesar de tremenda borrachera que Grace era el amor de su vida, que no podía vivir sin ella, que volvieran.
Luego vomitó en su sala y terminó la escena en el baño, no fue nada agradable. Definitivamente tenía un problema con el alcohol y otras costumbres como la infidelidad. Pero Grace no quiso ver lo obvio, no aceptó que esa vez tampoco funcionaría, y en efecto, se equivocó…
“No te enojes conmigo, porfa, ¿no ves que todavía te amo?”
¡Ah no!, eso si que no y menos en medio de la noche. Esta vez, una vez más, se había pasado de la raya, absolutamente inadmisible. Grace hervía de coraje, “¡cómo se atreve…!” y recordó que estaba ebria, que no sabía lo que estaba haciendo o diciendo y que mañana lo olvidaría y lo negaría todo, como siempre, entonces… ¿por qué discutir? Se tranquilizó un poco.
Del otro lado de la línea se escaparon unos sollozos que inevitablemente abrieron heridas parcialmente dormidas en el corazón de Grace. “¿Dónde te encuentras?"...más silencio, "¿con ella?”
“Perdóname Grace, por favor, no quería lastimarte, pero…no “LA” puedo dejar, entiende, estoy confundida y... te extraño”.
Una frase tan irreal y confusa como la conversación que estaba teniendo con la ahora su ex pareja. Oficialmente había admitido y confirmado que estaba con otra y no había vuelta de hoja.
”Bien se sabe que los niños y los bolos dicen la verdad”, pensó Grace, más sin embargo el dolor de la situación le calaba y enfriaba el alma a más no poder.
“Si estás con ella, no deberías llamarme…más, nunca, no está bien. Tampoco deberías embriagarte así, sabes lo que me afecta y preocupa”, aunque esta vez no estaba dispuesta a terminar y arruinar sus vacaciones por Mandy…pensó dudosa Grace.
“Te pienso todo el tiempo, te quiero, pero la amo a ella también, perdóname”. Otros desgarradores segundos de silencio… su voz era ronca y las palabras difíciles de entender. Definitivamente estaba muy tomada. ”Avísame cuando regreses y llegaré por mis cosas, te llamaré entonces...otro día…lo siento”. Al fondo se escucharon voces, luego pasaron a ser una fuerte discusión y la llamada se cortó.
Grace se quedó acurrucada donde había caído momentos antes y así permaneció hasta el amanecer. Sabía que todo había terminado desde hacía ya varias semanas.
Sospechaba que salía con otra, ahora la llamaba para confirmarlo, sólo con el coraje que le daba estar bajo la influencia del alcohol.
Estaba harta de lo mismo, de la mentira y de la frustración. No parecía que fuera mayor que ella, pero su actitud y actuación eran las de una adolescente perdida, inmadura y egoista.
Mandy era colega de Grace cuando se conocieron por casualidad, al tener amistades en común. Era una pediatra que trabajaba en el área rural la mayor parte del tiempo. Su enfoque profesional y su carisma le llamaron desde la primera vez toda su atención.
Grace la había amado, locamente, una infatuación que le nubló los sentidos y entre ellos el sentido común.
Grace la había amado, locamente, una infatuación que le nubló los sentidos y entre ellos el sentido común.
Se había decidido, no volvería atrás. Tres veces lo habían intentado, tres veces habían fracasado y Grace prefería decapitarse a ir por una cuarta vez. Se levantó, buscó un par de shorts, playera y gorra, tomó sus cigarrillos, los lentes oscuros y se dirigió a la playa.
Necesitaba tiempo para pensar, para convencerse que estaba sola una vez más y ahora sería por mucho tiempo, lo presentía y en parte no podía negar que lo ansiaba. Ser libre, no podía ser tan terrible.
Caminando sobre la arena húmeda, aún un poco fría, vio salir el sol de un nuevo día. “No es un nuevo día", pensó, "es una nueva vida”. "Así como las cosas, las relaciones empiezan y terminan. A veces es un final pronosticado y otras una sorpresa insospechada, pero se sobrevive", filosofó como era su costumbre cuando trataba de entender su situación emocional, viendo a una bandada de gaviotas surcar el cielo rosa pálido.
Empezó a hacer calor, había poca gente, ya de regreso pasó por la playa gay y se quitó la playera, le encantaba estar con su pecho descubierto y sentir la brisa sin barreras refrescando su piel. No habían palabras ni miradas acusadoras, estaba en el área civilizada de Miami y se sentía muy bien. Algunos chicos se reunían y delimitaban su área para tomar el sol.
“Si tuviera esos pechos, no tendría que gastar ni un centavo en estas postizas, los tienes divinos”.
Grace volteó sobresaltada. La arena había silenciado sus pasos y no le sintió hasta que estaba prácticamente a su lado. “Pudo haberme degollado sin siquiera haberme sentido muerta”, pensó en un instante de temor. Tenía que ser más cuidadosa, sobre todo estando sola en otro país.
Se concentró en estudiar a la chica que le hablaba. Era muy alta, fácil medía unos 1.80 mts. Tenía un cuerpo casi perfecto, tonificado, de un bronceado dorado, que lo demostraba por estar escasamente cubierto por una tanga y un top en forma de triángulo de no más de 3 por 3 centímetros sobre sus pezones y pubis. Sus manos y uñas eran largas, bellamente manicuradas, su cabello largo y brillante bajo el sol. Caminaba con una soltura y desgano, que llamaban poderosamente la atención. Grace se conocía a sí misma, entre otras cosas, por su apreciación de lo bello y sensual, pero su gaydar le indicó casi de inmediato que esta chica no era una opción.
Caminaron juntas por unos metros más, en silencio. "Me ha confundido con alguien más", pensó Grace, pero la chica mantenía su paso y siempre a su lado. Sentía cómo la miraba descaradamente y eso le incomodaba mucho, el ignorarle no estaba funcionando y parecía que no había confusión alguna. Grace aunque segura de sí misma en áreas de su expertaje, tenía dificultad para entablar amistad o socializar con desconocidos. Era parca y seria, tanto así que con frecuencia le tomaban por distante y engreída, excepto cuando le gustaba una chica y esta no era la situación.
“¿Y qué te tiene tan pensativa?” Le preguntó la extraña a su lado. “¿Problemas de amor acaso? ¿Puedo ayudar?” Eso devolvió a Grace al presente de romplón, hasta tropezó con un montículo de arena y casi pierde el equilibrio. “”¡Oye! Tranquila, no quise asustarte, de verdad estabas en otro planeta”.
“Que torpe soy”, fue lo único que supo decir Grace. No se le ocurría cómo seguir la conversación, si es que había alguna. Recodó la pregunta inicial y le contestó, “Estoy asistiendo a una actividad científica, pensaba en mi disertación que es mañana, lamento no ser muy comunicativa”.
“Ohhh, entiendo” contestó la chica. “Entonces… ¿no eres de por aquí?” medio afirmó y medio preguntó.
“Ohhh, entiendo” contestó la chica. “Entonces… ¿no eres de por aquí?” medio afirmó y medio preguntó.
Por lo visto la mujer no estaba dispuesta a dejar de hablar, mejor no pecar de maleducada y aprovechar la compañía. “En realidad vivo en Guatemala, paso por Miami al menos una vez al año... ¿Y tú, eres turista o local?”, no pudo dejar de preguntar Grace.
“Vivo aquí, desde hace ya 5 años. Me llamo Indira y soy la dueña de “When hell freezes over” sobre Lincoln Road. Los domingos, camino un rato antes de abrir, es como una rutina…de buena suerte”.
Entonces entendió Grace lo que no había logrado descifrar minutos antes, ese lugar era conocido como el mejor establecimiento con presentaciones de Drag Queens en todo el estado de Florida, esa “chica” era un Drag Queen.
“Si deseas compañía y relajarte un poco, hoy se sirve el Brunch a partir de las 10, los cocteles son cortesía de la casa, para una bella invitada como tú”.
Grace estaba acostumbrada a cumplidos de otras lesbianas, pero no de una despampanante Drag Queen y se ruborizó. “Gracias, por ahí estaré. Creo que me vendría bien comer algo sólido y tomar un café, bien negro.”
“Perfecto, entonces te espero, y tal vez podamos platicar más, por si te animas a contarme lo que te hace ver tan seria y preocupada por momentos, tú sabes, si son cosas de chicas, te podría ayudar”. Con esto y una sonrisa que denotaba un verdadero interés no libidinoso, le dio un fugaz beso en la mejilla y se alejó en sentido contrario, tan súbita y repentinamente como había aparecido.
Grace terminó su caminata entre sorprendida y hambrienta. La idea de un brunch le era cada vez más apetecible. Era domingo y pensaba tomarse el día con total tranquilidad.
Ya tenía los últimos datos en su presentación, el equipo de epidemiólogos en Guatemala había trabajado tiempo extra para poder completar la muestra y resultados finales con sus respectivos análisis y conclusiones. Al darle forma, Grace pudo ahondar en detalles y posibles puntos de crítica que discutirían indudablemente los especialistas a quienes iba dirigida la charla. Valía la pena hasta el último segundo de trabajo, las ganancias en patrocinio y donaciones para la siguiente etapa justificaban tanto esfuerzo. El gobierno no había dado ni daría lo suficiente para impulsar los programas necesarios en la población HIV positiva, los avances logrados eran parte de una oportunidad de vida para muchos pacientes que no contaban con los recursos económicos suficientes.
"Las enfermedades crónicas debilitan al cuerpo, los ánimos y los ahorros, sin discriminar" reflexionó Grace con tristeza.
Satisfecha por estar segura de un trabajo bien hecho y en espera del apoyo GLBT internacional, consideró que tomarse tiempo libre estaba oportunamente recetado. Ya había casi dejado a un lado en el olvido la llamada que interrumpiera si bien una pesadilla en curso, también su privacidad.
Le molestaba tanto que sólo servía para recordarle cómo aún no lograba superar dicha separación.
La vida de Mandy era tan distinta a la suya. Sus planes y sueños rara vez se cruzaron entre sí. Y a pesar de ello se había enamorado de ella. Pensarle era un dulce y amargo escozor y opresión en el lado izquierdo de su pecho, por ahí donde dicen que está el corazón.
Era una nostalgia húmeda y excitante recordarle cabalgando sobre su mano.
Sostenida sobre sus rodillas frente a ella, en cuclillas se mecía rítmicamente, deslizándose dentro y fuera de sus dedos.
Grace dejaba inmóvil su mano derecha aunque a veces el peso y contracciones vaginales de Mandy, amenazaran romperla.
Se convertía en un instrumento de placer que Mandy sabía utilizar a la perfección.
Grace la sostenía a pocos centímetros con su brazo izquierdo, que se deslizaba por la espalda sudorosa, los pechos pequeños y erectos oscilaban frente a ella, mientras poco a poco les embargaba una pasión volcánica in crescendo hasta lograr el éxtasis total.
Al llegar y alcanzar el orgasmo, dejaba de respirar, gemía y se desvanecía entre sus brazos. Grace entonces igual o más agotada, la recostaba a su lado, donde juntas, pasaban a un sueño reparador.
Grace maldijo los recuerdos tan vívidos que le inundaban los sentidos y la mente. Tanto que sintió como se humedecía muy a pesar suyo. Enfurecida pero caliente, entró en su alcoba y rápidamente se desvistió. Se recostó desnuda sobre las sábanas desarregladas y buscó satisfacer su imperiosa necesidad, masajeando su clítoris con impaciencia, luego la respiración entrecortada, un grito de desahogo y la liberación.
Le invadió tal modorra que casi opta por quedarse toda la mañana a dormir y olvidar, pero tenía mucha hambre.
De un salto pasó a la ducha y tras vestirse, se dirigió al sitio donde se diera la invitación previa, al brunch. Se sentía sola y no muy quería compañía, pero si la iba a tener, prefería sin dudarlo que fuera gay.
La concurrencia era tan variada y exótica como el buffet que se mostraba a lo largo de varios metros de mesas decoradas con manteles de colores brillantes y flores poco conocidas.
Tomó un poco de fruta, un panecillo de miel con pasas, su vital café negro bien cargado y buscó una mesa lejos del bullicio y con vista a la calle que ya se llenaba con turistas en su frenesí de compras.
“Tu margarita, espero esté como te gusta”, le dijo Indira tras colocar una copa glaseada con sal en el borde.
Ahora vestía una túnica morada que envolvía su cuerpo dando vueltas y vueltas desde poco arriba de sus pechos hasta poco más debajo de sus nalgas. Usaba unos tacones transparentes de casi 10 cm. de alto y lograba un equilibrio espectacular. Tenía una margarita real de adorno en la cabeza y unos lentes de sol gigantes. Su cuello ahora notaba Grace, era largo y tenía varios collares de jade. Su maquillaje se mantenía inpecable y su perfume la envolvía sutilmente.
Se sentó con pose seductora en una silla a unos pocos centímetros de Grace y la observó en silencio. Pasó más tiempo del que Grace habría deseado, sin que ninguna de las dos dijera ni una palabra.
“Sin sostén te miras mucho más deseable, pero vestida te ves más intrigante” le dijo finalmente Indira.
“Wow”, un pase de una travesti era algo que Grace pocas veces había experimentado. No sabía con certeza si agradecerle o ignorarle; de tal forma que simplemente sonrió y se bebió la margarita de un sorbo, acariciando nerviosamente su ceja izquierda.
Hace muchos años, Grace cometió un gran error al flirtear ingenua y torpemente con una travesti. Eran los años dorados de Pandoras Box y los años en que Grace estaba terminando su residencia, por lo que el cansancio y un par de tragos, la hacían un tanto imprudente y poco cuidadosa con su galantería desbordada.
Iba con varias amigas y mientras ellas pedían bebidas en la barra, Grace se quedó unos instantes sola y aprovechó para expresar verbalmente su admiración ante la transformación de una muy guapa travesti. No recuerda si fue por lo enfática o porque se malinterpretó su comentario como insinuación, es más casi no recuerda que más pasó esa noche.
No lo vio venir, cuando reaccionó estaba en el suelo, con una estúpida sonrisa en los labios que poco a poco se desvanecía y un lejano dolor de cabeza que sin tregua aumentaba y no le dejaba pensar con claridad. Así como estaba en el piso en un instante, de un tirón la volvieron a parar para una vez más encontrarse en el piso y entonces la envolvió una oscuridad total.
Paró en la emergencia de un hospital, afortunadamente siendo suturada por una residente tan lesbiana como dedicada, con una mano que permitió hasta el día de hoy, no se notara en lo más mínimo la cicatriz por arriba de su ceja izquierda. En conclusión, fueron 5 puntos y una contusión cerebral leve, lo que obtuvo de su galantería con una travesti y también el teléfono de la chica practicante que tras un par de citas, fue su pareja por 7 años.
Pero ahora ya era una mujer que sabía un poco más de la vida y sabía lo que hacía, o así creía. Por lo que le siguió el juego a Indira.
“Aún no me has dicho tu nombre", le dijo Indira.
“Grace...me llamo Grace y gracias por la invitación”.
“Cualquier cosa dulce, espero la margarita esté a tu gusto”.
“Estaba bien, aunque no acostumbro tomar licor en el desayuno”, contestó Grace viendo ingenuamente su copa vacía. Volvió a reinar el silencio por varios minutos.
“Eres de pocas palabras y por alguna razón, me tienes intrigada. Desde que te ví hoy por la mañana caminando por la playa...me atraes y a cada momento es más. Espero que no te ofendas, simplemente eres mi tipo”.
Esta vez Grace se atragantó violentamente con su café ya frío y necesitó más de una servilleta para no hacer un desastre de su T-shirt blanca.
Sentía y que la cara le hervía. No lograba mantenerle la mirada a esta travesti tan osada. Que acaso no sabía que la combinación con una lesbiana no era conveniente. No podía ser compatible, pensaba angustiada Grace. Y de ajuste la frente le dolía.
Le entró una apremieante necesidad de levantarse y confundirse entre los grupos de personas que deambulaban en la calle.
Indira hubo de percatarse del malestar de Grace, porque se acercó aún más y la acarició la mejilla con gran suavidad. Como Grace no se movió, le levantó la barbilla para que la viera a los ojos y con una sonrisa le dijo: “No es una falta de respeto, espero no lo tomes a mal, pero cuando conozco a alguien como tú, prefiero dejar claras mis intenciones, por si luego ya no tengo la oportunidad”.
Grace logró sacar fuerzas de flaqueza, se sentía entre acosada y extremadamente curiosa del proceder de esa mujer. “Y… a cuales intenciones te refieres, porque obviamente sabes que soy lesbiana.” Tragó un poco de saliva y continuó. “No tengo nada en contra tuya, eres una mujer muy bella, casi perfecta…” a esto Indira esbozó una sonrisa de orgullo que le iluminó el rostro.
“Pero no estoy en condiciones de…pues estoy saliendo de una experiencia un tanto complicada y…nunca he estado con…” Indira terminó la oración por Grace…”¿una travesti?”. La mirada que ahora tenía era entre seria y compasiva. “Soy una mujer, en todo el sentido de la palabra y en cualquier sentido que le quieras dar. Podría demostrártelo fácilmente si me lo permites. Podrías llevarte una muy agradable sorpresa, al comprobar que tan mujer soy por fuera y por…dentro”.
“Mira, si es sexo lo que propones, no estoy interesada. Sólo quiero tranquilidad, y no te conozco lo suficiente…” Grace supo al momento de terminar de hablar que lo que decía era tonto e hipócrita de su parte. El sexo casual cuando estaba soltera nunca había sido un problema y menos si se trataba de experimentarlo con mujeres despampanantes, sensuales, sexys y provocadoras.
Una de las cosas que más excitaba a Grace era el ser deseada, cortejada y envuelta en la telaraña de sutiles y atrayentes artimañas del preámbulo amoroso. Una vez establecidas las intenciones ulteriores, ella tomaba la batuta y se encargaba de que el hecho se consumara como hoguera ardiente por el tiempo que tomara, le fascinaba que le suplicaran por su cuerpo, por su amor.
“¿Podría convencerte de alguna forma?”, preguntó Indira aún más provocadora. “Haz de saber que el sexo es para mí un deporte de élite, donde las oponentes han de ser no sólo bellas y apetecibles, sino que verdaderas deportistas con gallardía y valentía, elegancia y agresividad combinadas para lograr un encuentro irrepetible y desbordante de pasión. Se ha de asegurar la satisfacción total de las participantes, a toda costa”.
Grace no podía creer lo que sus oidos no tan castos escuchaban con asombro e incredulidad. “¿Eso suena más a una empresa de titanes que a un encuentro casual, no te parece? Y hasta con un componente de ficción”, Grace interpeló con un tono de burla infantil.
Eso divirtió a Indira quien le contestó: “Debo ir a atender a otros clientes, pero te advierto que no me rendiré, así que no te alejes mucho mi bella lesbiana, no te arrepentirás” y de nuevo se le acercó para dejar un sutil beso en la mejilla de Grace y luego mezclarse entre los comensales del bar, no sin antes ordenar otra margarita especial para su invitada.
3 comentarios:
Perdón por demorarme tanto, por fin termine de leer... Me gustó mucho!!! El relato está muy entretenido, describís muy bien los lugares, eventos, sentimientos, Etc… es muy fácil visualizar los personajes y escenas….. Me da pena, pero, me perdí un par de veces entre los saltos del presente al pasado y me tomaba un par de párrafos darme cuenta por donde iba la historia…. Lo disfruté mucho y me dejó picada… ya quiero saber que hubo con Indira????? Cuando vas a postear el siguiente capitulo?????
Me ha costado la transición entre presente y pasado, ya me habían dado un consejo sobre colocar el pasado en cursiva, pero como que no muy se capta. Y es que el objetivo es relacionar situaciones parecidas pero al mismo tiempo diferentes por las personas involucradas, la época, los lugares y además, porque son situaciones que en efecto, pasaron en MI pasado y es todo un evento recordarlas y re contarlas, con una pizca de humor y unas cuantas canas de más. Prometo mejorar, ok?
Y ya voy encaminada en el capítulo 5, a ver que pasa.
hola. hace algún tiempo, semanas, escribí a tu dirección electrónica para decirte lo mucho que me gustó tu blog. bueno, sigo sin visibilizarme... enclosetada tal vez... pero pendiente de tu blog. sigo disfrutándolo y a la espera de más capítulos de tus relatos.
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