Hace tiempo noté que poca gente sonríe. Hace tiempo noté que la gente no saluda. Hace tiempo noté que la gente no es amable. ¿Por qué será?
No me extrañaría que algunas se pregunten: ¿y por qué no debería ser así?
Pues entre otras miles de razones, porque la amabilidad rompe barreras y humaniza, el saludo dignifica al que lo recibe y se agradece, y finalmente porque una sonrisa derrite el hielo de los corazones cansados, abre puertas en todos lados y da una energía revitalizante que ninguna vitamina logra.
Entonces es cuando me percato que el vivir en una misma ciudad o país o planeta no significa que haya sintonía y armonía de primas a primeras.
Las percepciones de cada persona son tan únicas y diferentes a las demás que no es tan incomprensible encontrar comportamientos disimiles.
Aunque pienso que existe una asociación entre el agrado de ser bien tratado y motivado al desagrado de ser ignorado o abrumado. Si se desea estar bien hay que trabajar en ello. A nivel mental, emocional y físico. No dejar en manos de otras lo que podemos hacer con las nuestras. No cerrar posibilidades en la vida diaria, porque cerramos la mente y la voluntad. Todos nos merecemos tener una o varias oportunidades. Todos podemos cambiar y mejorar.
No se por qué muchas personas no sonríen, o no son amables o no saludan, y probablemente quede con la duda hasta el último de mis días.
Lo que si se, es que influyen entre sí aunque no se quiera.
Estar cerca de una persona relajada, contenta, inyecta esa energía y estimula a ser todavía más amena, comunicativa, alegre y se le busca. Las personas amenas atraen, aunque sean completas desconocidas.
Estar frente a una persona malhumorada, parca, o hasta negativa…transmiten el deseo de alejarse, porque emanan un cierto rechazo a lo que les rodea y a si mismas.
La pregunta sería: ¿Esforzarse por ser el buffer y equilibrar los ánimos, o echar leña al fuego y volver el ambiente más taciturno, sombrío y poco amigable, o evitar o ignorar…o cuestionar y tomar la iniciativa de mostrar un pedacito del lado amable de la vida, aunque por ello nos hagan cara fea?
La forma en que vivimos y convivimos ha creado humanos indiferentes. No se tiene la sensibilidad de sentir la alegría o el sufrimiento ajeno. Si alguien es feliz se le envidia, si alguien es desgraciado se le abandona.
Hay millones de seres encerrados en un planeta que viven aislados. Difícil de entender.
Hay días en que se siente una gran energía positiva y es agradable, pero también se siente cómo se va perdiendo o aumentando de acuerdo a con quién nos relacionemos y acerquemos.
Ser positiva, alegre, hasta algo payasa si se quiere, es un tesorito que es conveniente alimentar y cuidar, compartir sin desperdiciar. Lo ideal sería llenar ese tanque de sonrisas y mantenerlo lleno, que lo que se use, se recupere al interactuar con los demás. Pero hay días en los que por la noche, ese tanque se vació más y no se pudo llenar. Peligro, porque entonces, es fácil dejarlo vaciarse más y al final, dejarlo de llevar.
Los problemas nunca dejarán de existir, el estrés siempre nos acompañará, las penas no desaparecen por completo, si a esto agregamos la enfermedad, la vejez y la muerte inminente, lo único que nos diferencia y determina nuestra respuesta al entorno y al interior mismo, es nuestra actitud.
Con frecuencia pensamos y creemos fervientemente que los demás, los que nos conocen deberían saber lo que nos gusta, lo que nos disgusta, lo que esperamos, lo que evitamos, lo que sea…nuestras expectativas del alrededor pueden ser simplemente inaplicables. De tan altas, nadie nos da la talla y nos frustra, por nuestro puro gusto, creo, si algo al respecto y positivamente no hacemos.
Somos felices o desgraciadas porque así lo decidimos y nada hacemos para cambiarlo. Porque las herramientas definitivamente las llevamos y lo sabemos, pero podemos negarnos a usarlas bien y forjar nuestro bienestar y el de los demás.
Y por eso ayer pensaba: ¿Por qué la gente no sonríe, no saluda, no es amable? No importa. Prefiero seguir sonriendo, saludando y siendo amable con todos, sin esperar nada más.
No me extrañaría que algunas se pregunten: ¿y por qué no debería ser así?
Pues entre otras miles de razones, porque la amabilidad rompe barreras y humaniza, el saludo dignifica al que lo recibe y se agradece, y finalmente porque una sonrisa derrite el hielo de los corazones cansados, abre puertas en todos lados y da una energía revitalizante que ninguna vitamina logra.
Entonces es cuando me percato que el vivir en una misma ciudad o país o planeta no significa que haya sintonía y armonía de primas a primeras.
Las percepciones de cada persona son tan únicas y diferentes a las demás que no es tan incomprensible encontrar comportamientos disimiles.
Aunque pienso que existe una asociación entre el agrado de ser bien tratado y motivado al desagrado de ser ignorado o abrumado. Si se desea estar bien hay que trabajar en ello. A nivel mental, emocional y físico. No dejar en manos de otras lo que podemos hacer con las nuestras. No cerrar posibilidades en la vida diaria, porque cerramos la mente y la voluntad. Todos nos merecemos tener una o varias oportunidades. Todos podemos cambiar y mejorar.
No se por qué muchas personas no sonríen, o no son amables o no saludan, y probablemente quede con la duda hasta el último de mis días.
Lo que si se, es que influyen entre sí aunque no se quiera.
Estar cerca de una persona relajada, contenta, inyecta esa energía y estimula a ser todavía más amena, comunicativa, alegre y se le busca. Las personas amenas atraen, aunque sean completas desconocidas.
Estar frente a una persona malhumorada, parca, o hasta negativa…transmiten el deseo de alejarse, porque emanan un cierto rechazo a lo que les rodea y a si mismas.
La pregunta sería: ¿Esforzarse por ser el buffer y equilibrar los ánimos, o echar leña al fuego y volver el ambiente más taciturno, sombrío y poco amigable, o evitar o ignorar…o cuestionar y tomar la iniciativa de mostrar un pedacito del lado amable de la vida, aunque por ello nos hagan cara fea?
La forma en que vivimos y convivimos ha creado humanos indiferentes. No se tiene la sensibilidad de sentir la alegría o el sufrimiento ajeno. Si alguien es feliz se le envidia, si alguien es desgraciado se le abandona.
Hay millones de seres encerrados en un planeta que viven aislados. Difícil de entender.
Hay días en que se siente una gran energía positiva y es agradable, pero también se siente cómo se va perdiendo o aumentando de acuerdo a con quién nos relacionemos y acerquemos.
Ser positiva, alegre, hasta algo payasa si se quiere, es un tesorito que es conveniente alimentar y cuidar, compartir sin desperdiciar. Lo ideal sería llenar ese tanque de sonrisas y mantenerlo lleno, que lo que se use, se recupere al interactuar con los demás. Pero hay días en los que por la noche, ese tanque se vació más y no se pudo llenar. Peligro, porque entonces, es fácil dejarlo vaciarse más y al final, dejarlo de llevar.
Los problemas nunca dejarán de existir, el estrés siempre nos acompañará, las penas no desaparecen por completo, si a esto agregamos la enfermedad, la vejez y la muerte inminente, lo único que nos diferencia y determina nuestra respuesta al entorno y al interior mismo, es nuestra actitud.
Con frecuencia pensamos y creemos fervientemente que los demás, los que nos conocen deberían saber lo que nos gusta, lo que nos disgusta, lo que esperamos, lo que evitamos, lo que sea…nuestras expectativas del alrededor pueden ser simplemente inaplicables. De tan altas, nadie nos da la talla y nos frustra, por nuestro puro gusto, creo, si algo al respecto y positivamente no hacemos.
Somos felices o desgraciadas porque así lo decidimos y nada hacemos para cambiarlo. Porque las herramientas definitivamente las llevamos y lo sabemos, pero podemos negarnos a usarlas bien y forjar nuestro bienestar y el de los demás.
Y por eso ayer pensaba: ¿Por qué la gente no sonríe, no saluda, no es amable? No importa. Prefiero seguir sonriendo, saludando y siendo amable con todos, sin esperar nada más.
1 comentario:
Creo que la sonrisa y la amabilidad se pierde cuando perdemos nuestro bienestar interior, somos el reflejo de lo que llevamos dentro, y si no estamos bien, lo unico que sale de nosotras son malas emociones. Para sonreir y ser amables, debemos sentirnos bien con nosotras mismas, como bien lo decias, a pesar de la enfermedad, de la muerte y de tantas cosas que puedan asustarnos.... :)
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