Suficiente de escribir tonteras, hoy he decidido enfocarme y ver hacia adelante, pero no tanto, sólo lo que tengo enfrente y hacer y luchar y agradecer por hacer lo que me apasiona.
Nada es perfecto ni lo será jamás, pero de qué me quejo, en medio de un caos y situación precaria y de bancarrota mundial, yo hago lo que me apasiona y con sus defectos y todo lo demás, soy tremendamente afortunada.
Nada será para siempre, ni mi vida ni yo, ni nada, ni nadie. Lo que ahora importa es lo que es.
Hacer lo que me apasiona es increíble, es lo máximo, es impactante y algo así como orgásmico. Es perderme y centrarme, enfocarme y entregarme a la experiencia del momento, donde nada, absolutamente nada más importa, interesa o hace falta.
Hay mensajes que se reciben de donde una menos se lo espera, pero se reciben y eso es lo que cuenta.
Qué quiero, qué quisiera y no tengo. No se compara a hacer lo que me arrebata el alma, cada respiro, cada latido, cada parpadeo y soy tan egoísta y necia que no lo aprecio, lo valoro y admiro.
Hoy veo, literalmente veo, que hago lo que me apasiona y es la razón de mi vida. Soy feliz en esos momentos, minutos y a veces horas en las que me pierdo en otro mundo, universo, espacio y tiempo.
Es curioso pero extático, cuando el tiempo se desvanece, el mundo desaparece y sólo queda lo que me apasiona. Me puede quitar años, décadas de vida, pero igualmente me apasiona.
Desde la primera vez que entré en un quirófano supe que mi vida sería especial, con todo y sus altibajos y locuras, pero fenomenalmente especial.
Mi pasión, hasta donde las fuerzas y la inspiración me alcancen, es operar.
No soy mujer, bisexual, guatemalteca, locuaz, familiar de alguien por ahí, soy una cirujana de alma y corazón y “eso” me APASIONA como nada en este planeta.
Ok, una crisis existencial menos en cuestionamiento, millones más por resolver. De eso se trata la vida, ¿o no? Tener y vivir y sentir y dejarse poseer y llevar y ser la pasión misma.